sábado, 1 de febrero de 2020

EL EFECTO MANDELA







El Efecto Mandela: o cómo la sociedad recuerda momentos que en realidad nunca han ocurrido

Imagina que ves un artículo que, por fin, te refresca la memoria sobre una famosa serie de dibujos que te encantaba ver de pequeño. No recordabas su título, ni mucho de lo que pasaba, pero sí que los personajes eran conejos samuráis y que había una escena en la que el protagonista debía probar su valía partiendo en mil pedazos una zanahoria. ¡Por fin alguien da respuesta a eso que te habías preguntado por tanto tiempo!
Ahora imagina que todo eso es mentira, que ha sido un falso recuerdo que te ha provocado la sugestión de un bromista que subió un pequeño clip y unos cuantos productos de merchandising falsificados. ¿Cómo puede ser que incluso hayas recordado algunos segmentos de una serie que ni siquiera existe?
Eso es lo que llevan preguntándose un tiempo varios foreros de grupos como Reddit o Forocoches a raíz del descubrimiento del Efecto Mandela. El origen de este fenómeno data del 2010, y los agujeros en nuestra memoria colectiva que esta gente ha ido descubriendo te pueden dejar con la boca abierta.

El Mandela que (nunca) murió en la cárcel, los títulos cambiados

dfg
Efecto Mandela es un término que acuñó la bloguera Fiona Broome hace unos años. Como ella misma contaba, había mucha gente a su alrededor, incluida ella misma, que recordaba haber visto por televisión exactamente el momento en el que Nelson Mandela murió en la cárcel. El funeral en su honor, y todo lo demás. En realidad, Mandela sobrevivió al presidio, y vivió algún tiempo fuera de él antes de fallecer.
Pero por mucho que le digas a los convencidos de que eso es así, de que su memoria podría haberles jugado una mala pasada, a muchos les cuesta asumirlo. Lo vieron “con sus propios ojos”.
Los ejemplos del fenómeno pueblan las redes, especialmente desde agosto de 2015, momento en el que el término ha empezado a extenderse. En las comunidades anglosajonas hay especial controversia por una antigua serie infantil que todos veían y que, para su sorpresa, no se llamaba "The Berenstein Bears", sino "The Berenstain Bears", con "A". Miles de personas se indignan ante este cambio en su nomenclatura, y por mucho que rebuscan en sus cintas antiguas, no encuentran justificación a que todos ellos estén de acuerdo con que se escribía con "E".
¿Y tú? ¿Viste la retrasmisión de la plaza de Tiananmen? Sí, aquel hombre que se puso delante de los tanques como señal de paz. Pues según varios espectadores del hecho, el tanque acabó arrollando al hombre chino, pasando por encima de él y dejando incluso un charco de sangre. Para sorpresa de estos espectadores, cualquier video en Youtube muestra cómo el tanque se detuvo ante el hombre durante un largo rato antes de que otros civiles se llevaran consigo al manifestante, intacto.
Una cosa: ¿cuánta gente iba en el coche de Kennedy cuando le asesinaron? No, no eran cuatro personas, aunque lo recuerdes así. Eran seis.

Un golpe de Estado, Ricky Martin y los bulos que nunca ocurrieron

En el panorama español también se dan un par de ejemplos sonados. Puede que mucha gente jure y perjure que recuerda cómo se vivió la jornada del 23-F por la retrasmisión de TVE de lo que ocurría dentro del Palacio de las Cortes. Los gritos de Tejero, el zarandeo a Gutiérrez Mellado… Pero en verdad, la “noche de los transistores” sólo fue retrasmitida en directo por radio, y los que creyeron estar viendo las imágenes de lo que pasó dentro debieron mezclar sus recuerdos con la media hora que sí se emitió tiempo después del golpe.
Aunque para fenómeno de reescritura grupal siempre fue el famoso programa de Sorpresa Sorpresa protagonizado por Ricky Martin. La niña a la que pillaron in fraganti con un bote de mermelada y la compañía de su perro es una escena que se recordó por miles de personas durante años, aunque parece que el origen del bulo estuvo en una llamada a un programa radiofónico a la mañana siguiente inventando esta historia y el contagio del boca a boca.
Aún a día de hoy hay gente convencida de que Antena 3 habría borrado las imágenes de un video que retrasmitió originalmente a finales de los 90.
No, todas estas cosas no ocurrieron, y aun así hay muchas personas no pueden asumir ese efecto, esas nítidas imágenes de un instante que ahora nos dicen que no ocurrió, como si Phillip K. Dick nunca hubiese estado equivocado.

Mundos paralelos y realidades virtuales

Efecto Mandela
Lo bueno de este fenómeno es que, gracias a su vida en Internet, ha ayudado a que los ejemplos del efecto se extiendan a miles de anécdotas grupales y personales. Y también a que un montón de gente empiece a buscar las explicaciones en áreas alejadas del terreno científico. Porque, ¿y si se tratase de una conspiración?
Entre las posibles justificaciones al efecto Mandela, en una de sus páginas oficiales lo achacan a un fenómeno cuántico por el cual al parecer la conciencia es capaz de viajar por distintos universos paralelos y las personas que experimentan estos recuerdos podrían no estar en su universo de origen.
Teorías aledañas a esta sugieren que la conciencia humana se mueve por reglas y leyes del universo cuántico y que por eso tener recuerdos de otras realidades, de mundos paralelos, es posible. Es decir, que existen realidades paralelas muy similares entre sí pero que dejan pequeños puntos de error que nos hacen sentir incómodos al descubrirlos. Para otros, el mundo es un software, y el Efecto Mandela son los glitches que nos dan la pista del sistema en el que vivimos. Son fallos en Matrix, vaya.
Por supuesto, todo podría ser un complot del Gobierno, especialmente en los recuerdos históricos. Tal vez sea la CIA la que ha añadido a posteriori a otras dos personas en el coche de JFK, todo para que nunca conozcamos La Verdad.
Hay quién le está echando la culpa al acelerador de partículas y al CERN.

Buscando el fallo en la penosa memoria humana

Las explicaciones más plausibles hasta el momento son una combinación de factores que rondan la misma idea: nuestra memoria es errónea y no funciona tan bien como nos gustaría. Algunas de esas posibles explicaciones son:
  • Efecto de la desinformación: si no tienes un recuerdo profundo de un hecho concreto, alguien te cuenta lo que ocurrió en ese momento y eso que te dice es mentira, es posible que tu memoria fije como cierto ese hecho falso basado en lo que te ha contado otra persona.
  • El sesgo de confirmación: nuestra mente tiende a buscar, interpretar o recordar información de manera que confirme nuestras creencias o hipótesis. Cuanto más te atraiga el Efecto Mandela, más agujeros verás en el pasado que confirmen este efecto.
  • Criptomnesia: nuestro cerebro a veces puede colocar cosas que hemos imaginado en el lugar de la memoria. Así empiezan muchos Efectos Mandela, con alguien que imaginó cierta cosa y luego se lo comentó a los demás.
  • Falsa atribución a la memoria: aunque los hechos no cambian, pueden ser erróneos. Si desde siempre habías oído que al hombre de Tiananmen le arrollaba un tanque (aunque es falso), es normal que, cuando te digan que eso no fue así, "visualices" esa escena. Nuestras mentes no están predispuestas por naturaleza para aceptar nuevas interpretaciones de cosas que dábamos por seguras.
  • Falsa memoria: trastorno mental común entre los afectados por el estrés postraumático, a veces, si hemos vivido algún hecho traumático, nuestro cerebro adapta lo vivido a unos nuevos recuerdos más aceptables (esta sólo podría ser una respuesta circunstancial a algunos de los episodios del Efecto Mandela que afectan sólo a la memoria particular de una persona).
  • Disonancia cognitiva: como en la mala atribución de la memoria, si algo que te cuentan contradice tu interpretación de una dimensión de la realidad (como puede ser un recuerdo o tus creencias ideológicas más firmes) tu cerebro rechazará esa nueva interpretación y la información que la acompañe.
  • Confabulación: efecto que sufren algunas personas por el que producen de forma inconsciente recuerdos incorrectos sobre los detalles más triviales (esto se percibe en la mayoría de los Efectos de Mandela), aunque podría llegar a nuevos recuerdos más complejos. Por lo general, la gente que lo sufre son personas extremadamente confiadas en sus recuerdos y normalmente se resisten a cualquier evidencia contradictoria.

Listado con los mejores ejemplos del Efecto Mandela

La escena más tierna de la película de J.J. Abrams Super 8 no es el momento en el que los dos protagonistas se dan un beso. En realidad, Elle Fanning y Joel Courtney nunca se besaron. Esa escena no existe.
Tom Cruise en la famosa escena de baile de rodríguez en Risky Business no estaba bailando con gafas de sol puestas. Iba sin gafas. Pese a ello, prácticamente todas las imitaciones de la escena que veas llevarán gafas.
Mucha gente recuerda cómo en el retrato de Enrique VIII por Hans Holbein El Joven el dirigente llevaba en su mano una pata de pavo. Esa idea es falsa, en el cuadro no lleva ningún tipo de comida en la mano.
Si te dicen que dibujes al C3PO del episodio originario seguramente lo dibujes con su chapa metálica bañada en oro. Pero en realidad, una de sus piernas era plateada.
El monigote que representa al Monopoly no lleva monóculo. Nunca lo ha llevado. En serio.
Hay mucha gente convencida de que al personaje de Chakotay en Star Trek: Voyager lo matan en un episodio tras el que, unos capítulos después, vuelve con vida. Pero esa trama es totalmente inventada.
En una de las antiguas películas de James Bond, Moonraker, hay un personaje femenino llamado Dolly que llevaba trenzas gafas y aparato dental. Cualquier imagen de esa película demostrará que la actriz Blanch Ravalec nunca llevó aparato para esas escenas.
De hecho, hay ahora mismo en Reddit varios usuarios discutiendo por la existencia de una película noventera de dibujos animados que todos recuerdan, llamada Shazaam. Supuestamente, el comediante estadounidense Sinbad había protagonizado una explotación del genio de Aladdin. El cómico ya ha declarado públicamente que la película no existe, y aunque lo más probable es que la estén confundiendo con otra, ellos siguen empeñados en que fue real.

LA TEORÍA DEL ESPEJO





¿Has oído hablar de la teoría del Espejo?
Sin duda es uno de los recursos más utilizados en crecimiento personal, tanto por lo útil que resulta para conocernos a nosotros mismos como para comprender mejor determinados comportamientos de las personas que nos rodean.
Esta teoría surge a mediados del siglo XX de la mano del psicoanalista y psiquiatra francés Jacques Marie Émile Lacan,  tras estudiar el desarrollo psicológico de los niños entre los seis y los diecioso meses. Muy simplificadamente, la teoría del espejo nos viene a decir que aquello que nos disgusta o nos agrada de otra persona en verdad no es otra cosa que un reflejo de nosotros mismos.
Es más fácil ver la paja en el ojo ajeno que la viga en el propio.
Seguro que esta frase popular no te resulta desconocida. Su significado tiene mucho que ver con la teoría del espejo. Todos tenemos un lado oscuro, fantasmas internos, déficits o defectos…reconocer nuestras carencias, aquello que forma parte de nuestra área de mejora, no es difícil pero sí resulta tremendamente desagradable porque enfrentarse a ello duele y molesta…a nadie le gusta hondear en las propias miserias. Por ello, nos es mucho más fácil mirar para otro lado e ignorar todo aquello de nosotros mismos que nos molesta. Pero que no lo veamos no significa que no esté. Por ello, cuando nos relacionamos con alguien con carencias similares, éstas nos molestan porque en realidad están actuando como un espejo de nosotros mismos. De la misma manera, en muchas ocasiones, cuando atribuimos cualidades y bondades a otra persona, en realidad, lo que estamos haciendo es proyectar en ella, esas cualidades y bondades que ya están presentes en nosotros.
Como dijo el filósofo Kant:
“Vemos las cosas, no como son, sino como somos nosotros”.

Aplicación de la teoría del espejo en uno mismo
Afrontar el día a día teniendo en cuenta la teoría del espejo nos puede ayudar a plantearnos cosas que quizás hasta el momento no nos hayamos planteado. Lo que nos pasa en la vida muchas veces es un reflejo de lo que  pasa en nuestro interior.
Por ejemplo, una persona que de forma reiterada tiene parejas que no la valoran puede pensar que tiene mala suerte en el amor. Sin embargo si aplica esta teoría puede llegar a darse cuenta que en realidad, estas parejas que siguen un patrón, son un reflejo de su baja autoestima y su dificultad para poner límites.
Aplicar la teoría del espejo en nosotros mismos no se tiene que hacer siempre. Solamente en aquellos casos en que el comportamiento de la otra persona nos genere un auténtico malestar. Así, por ejemplo, si una persona es presumida, puede ser que su comportamiento no nos guste pero no nos genere malestar, en ese caso, no tiene razón de ser aplicar la teoría del espejo, pero sí tendría sentido reflexionar sobre ello, en el caso que ese comportamiento nos disgustase o nos resultara incomodo.
Aplicación de la teoría del espejo con los demás
Todos nosotros en algún momento u otro hemos conocido a alguien, por poner un ejemplo, vanidoso, ostentoso, al que le gusta alardear sin venir a cuento de títulos, cargos o posesiones. Normalmente estas personas suelen resultar antipáticas y ser objeto de crítica.
La teoría del espejo no juzga, no cuestiona, simplemente nos invita a plantearnos qué necesidad hay detrás de esa forma de comportarse, qué carencias o motivaciones internas impulsan a esa persona a actuar de ese modo concreto. De esta manera, podemos llegar a ver a la otra persona desde otro punto de vista, lo que sin duda cambiará la vivencia que tengamos al relacionarnos con ella.
Ahora que ya conoces un poquito más en qué consiste esta teoría, te invito a que sigas explorando sobre ella y que te animes a ponerla en práctica para tomar conciencia de lo que hay detrás de ciertos comportamientos que te generan conflicto….a partir de ahí, solo tú decides si continuas actuando de la misma manera o si te animas a cambiar poco a poco esa actitud, para llegar a ser la mejor versión de ti mismo.
Hay dos maneras de difundir luz…ser la lámpara que la emite o ser el espejo que la refleja.(Edith Wharton)

LA VIDA REAL

Esta carta la encargó alguien en un momento de separación forzada, de distancia involuntaria y de añoranza absoluta después de compartir una temporada de buena vida junto a alguien que ahora está lejos por culpa de la geografía.
Él se la manda a ella a modo de promesa y de petición a la vez, proponiéndole que no pierdan la costumbre de lo que fueron juntos, para que no se conformen con el recuerdo y para que ese sueño de andar juntos se repita, se prolongue y, por qué no, se radique.
La verdad es que no es fácil. No es tan simple compartir tantas horas de sueño y aterrizar de repente sin ti. No es normal que mi mano te siga buscando a mi lado, que me despierte esa cachetada triste del vacío cuando no te encuentra en mi cama y que el silencio me recuerde que ya no estás, que quién sabe cuándo volveremos a dormir en compañía.
Es difícil porque abordábamos el mismo vuelo nocturno para llegar al amanecer bajo el mismo techo, sobre la misma sábana, con la misma piel. Hoy es complicado conciliar el sueño, volar solo de noche, dormir sin tu calor. Es jodido despegar el día y sobrevolar la vida sin tu primera mirada que ya se había vuelto una sana costumbre de mis ojos en la mañana.
Nunca un parpadeo, un bostezo y una sonrisa matutina tuvieron tanta relevancia en mi vida como ahora que no puedo verte despertar. No quiero que te llegue la descostumbre de mí. Ni yo puedo perder el buen hábito de escuchar tus pálpitos mientras me arropas en el abrazo de tu pecho.
No debo dejar que caiga en desuso la tradición de reportarte a primera hora y en un murmullo al oído cuánto amanecí queriéndote. No voy a conformarme con tu recuerdo, te lo advierto. No me bastarán estas palabras, serán mis propósitos y las decisiones que tome en adelante las que vuelvan a hacerte posible, las que me permitan otra temporada sin sobresaltos en las madrugadas, sin pensar de nuevo en una separación, en otra despedida, en un adiós.
Empezaré a provocar esa mudanza, ese viaje en el que ambos dormiremos otra vez el mismo sueño y despertaremos juntos viviendo la misma historia, esa que a tu lado convierte mi tiempo y todos mis momentos en vida real

FICCIÓN

Ir a la navegaciónIr a la búsqueda
Se denomina ficción a la simulación de la realidad que realizan las obras literariascinematográficashistorietísticas, de animación u de otro tipo, cuando presentan un mundo imaginario al receptor. El término procede del latín fictus ("fingido" o "inventado"), participio del verbo fingiere.



Historia del concepto de ficción

El concepto de mímesi]

El concepto de ficción en la tradición occidental está muy ligado al concepto de mímesis, desarrollado en la Grecia clásica, en las obras de Platón (quien consideraba a las obras poéticas como imitaciones de los objetos reales, que a su vez eran imitaciones de las ideas puras) y sobre todo en la Poética de Aristóteles, en la que el concepto de mímesis juega un papel esencial. Para Aristóteles, todas las obras literarias copian a la realidad, de acuerdo con el principio de la verosimilitud; lo que diferencia a la literatura de la historia es que ésta copia las cosas que han sucedido, y aquella las que podrían suceder.
Es necesario insistir que Aristóteles no dice que la literatura deba ser la imitación del mundo real, sino la imitación "de las acciones de los hombres". Esta diferencia es la que permite que lo verosímil irreal tenga cabida en la literatura. Paul Ricoeur ha subdividido el concepto de mímesis aristotélico en tres fases:
  • Mímesis 1: el proceso de configuración del texto y la disposición de la trama por parte del autor.
  • Mímesis 2: la propia configuración del texto, que puede responder o no al mundo exterior.
  • Mímesis 3: la reconfiguración del mundo del texto que debe realizar el lector o espectador.

La relación con la catarsis

La Poética de Aristóteles también introduce otro concepto muy relacionado con lo anterior: el de catarsis. La tragedia, al imitar acciones de personajes buenos que caen en desgracia, logra la implicación emocional del espectador, quien a través de la compasión y el miedo se purifica interiormente. Dicha reacción emocional tiene su base en la suspensión del juicio de realidad con respecto a la acción trágica: alguien muy consciente de la irrealidad de la obra no podría empatizar con sus personajes.
Frente a esta concepción de la literatura como catarsis, algunos autores contemporáneos, en especial Bertolt Brecht han propuesto la anulación de la implicación emocional, a través de un "teatro épico", una de cuyas características es acentuar la irrealidad de la representación, exagerando la distancia entre ficción y realidad. De esta forma, Brecht quería lograr que los espectadores realizasen un juicio crítico y racional de la acción, en vez de una implicación emocional e irracional.

La literatura moderna: el pacto ficcional

Elementos narratológicos de la ficción

Aunque "Ficción" y "Narración" no son términos sinónimos (ya que no toda ficción es narrativa, ni toda narración es ficticia), la narración sí es el modo predominante de introducirse en mundos de ficción. De ahí que exista lo que se conoce como "pannarrativismo", consistente en la aplicación (a veces excesiva) de las herramientas de análisis narrativo, tradicionalmente desarrolladas en el campo de la crítica literaria, a cualquiera de las formas en las que puede manifestarse la ficción: el cine, el teatro, la televisión, los cómics, los videojuegos...
La narratología o estudio de la narración, desarrollado fundamentalmente por las corrientes estructuralistas a lo largo del siglo XX, se centra principalmente en cuatro de los elementos constitutivos de la narración: el narrador, los personajes, el tiempo y el espacio.

El narrador

Es la entidad, creada por el autor, que narra la historia. Existen diversas categorías para clasificar a los narradores, teniendo en cuenta tanto su participación en los hechos que narra, la persona gramatical que emplea y cuán amplio es su conocimiento sobre los hechos que está narrando.
Puede ser:
  • Ser omnisciente en tercera persona (él/ella): cuando el narrador sabe todos los hechos, no es un personaje y no juzga los hechos moralmente. Es un narrador clásico que se encuentra en muchas novelas en siglos pasados.
  • Primera persona (yo): cuando el narrador relata los hechos que vivió él, es el protagonista de la historia. Tiene conocimiento limitado de las situaciones.
  • Segunda persona (tú): cuando el narrador relata los hechos que le ocurrieron a el lector quien toma el rol de protagonista.
  • Tercera persona (él/ella): cuando el narrador relata los hechos que le ocurrieron a un personaje de la historia. Es un personaje, un espectador de los hechos, por lo tanto no sabe todos los detalles, a diferencia de el Ser omnisciente puede realizar juicios morales.

Los personajes

Los personajes de una narración tienen características que los definen y los hacen distintos a otros, pueden ser personajes animales, cosas, estos tienen características de personas (pueden hablar, pensar, reír, etc.)

El tiempo[editar]

En un texto narrativo indica el momento en que sucede cada uno de los acontecimientos, pero también señala la duración de esos acontecimientos (al amanecer, durante la fiesta etc.).

El espacio

Es el lugar físico en el que se desarrollan los acontecimientos (playa, campo, monte, etc.) o el ambiente en el que transcurre la vida de los personajes (ambiente de alegría, tranquilidad, etc.)

El pacto ficcional

El pacto ficcional estipula un acuerdo casi contractual entre el autor y el receptor de la obra mediante el cual este último se permite la cesión del juicio de verdad. De esta manera, tiene lugar la libre disposición de las reglas propias del mundo representado, creadas por el autor. La existencia del pacto ficcional suspende la pregunta por la falsedad o no de la obra y permite la identificación catártica y la inmersión del receptor en el plano ficcional.
Es importante notar cuán necesario es que el receptor sepa que está enfrentando una ficción para que el pacto ficcional pueda cumplirse. Caso contrario, la ficción no tiene lugar como tal y el receptor se siente engañado, agredido o confundido. A modo de ejemplo, el pacto ficcional es lo que nos permite centrarnos en el argumento de una película de animación en la que los personajes son juguetes sin levantarnos de nuestros asientos indignados por la mentira que el director ha querido vendernos.

Acercamientos a la semántica de la ficción[editar]

La Teoría de los mundos posibles

La Teoría de los mundos posibles, desarrollada principalmente por Lubomír Doležel[cita requerida] e introducida en España por Tomás Albaladejo[cita requerida] realiza un acercamiento semántico al hecho ficcional, es decir, a través de su significado y no de su forma externa (como hacía, principalmente, la narratología). Basándose en planteamientos apuntados por autores como Leibniz, la teoría de los mundos posibles sostiene que toda ficción crea un mundo semánticamente distinto al mundo real, creado específicamente por cada texto de ficción y al que sólo se puede acceder precisamente a través de dicho texto. Así, una obra de ficción puede alterar o eliminar algunas de las leyes físicas imperantes en el mundo real (como sucede en la ciencia ficción o en la novela fantástica), o bien conservarlas y construir un mundo cercano -si no idéntico- al real (como sucede en la novela realista. Según esta teoría los únicos ‘requisitos’ para crear un mundo posible es que este pueda ser concebido y que una vez concebido mantenga una congruencia interna.
Esta aproximación semántica a la ficción tiene la ventaja de explicar, además, cómo es posible realizar juicios de verdad o falsedad acerca de afirmaciones ficcionales: serían verdaderos aquellos enunciados que cumplen con las reglas propias del mundo posible creado por la ficción (ej: "Los robots no pueden dañar al ser humano" en las novelas de Isaac Asimov); son falsos aquellos que las infringen (ej: "Los hobbits tienen alas" en El Señor de los Anillos). El tipo de verdad que se maneja en una semántica de mundos posibles es del tipo coherentista, es decir que toda afirmación será verdadera, al interior de un mundo posible (en este caso un libro, pero también una película, o cualquier ejercicio en el que se conciba un mundo distinto al fáctico) cuando mantenga coherencia con el resto de las afirmaciones que se hagan respecto a ese mundo. Así mismo la semántica de mundos posibles mantiene una teoría de la identidad, para Saul Kripke lo que nos permite identificar a cualquier sujeto es su nombre propio, como designador de todas sus coordenadas espacio-temporales en todos los mundos posibles, de este modo podemos identificar, a manera de ejemplo, a Adolf Hitler aun en un ‘mundo’ en el que los nazis lograron expandir su dominio a todo el planeta.
Secundariamente, la "Teoría de los Mundos posibles" también es útil para explicar los argumentos establecidos en las fanfictions, en el que los autores de determinada fandom interiorizan las reglas de ese "mundo posible" en concreto y, conservándolas o modificándolas a su vez, crean nuevas ficciones dentro del mismo mundo posible.

Michael Hirte - Hallelujah (Video)

Michael Hirte - I Am Sailing (Offizielles Video)

Michael Hirte - The Lonely Shepherd (Einsamer Hirte) 2010

viernes, 31 de enero de 2020

SEDUCCIÓN




La seducción es el acto que consiste en inducir y persuadir a alguien con el fin de modificar su opinión o hacerle adoptar un determinado comportamiento o actitud1​. Suele emplearse sobre todo en el ámbito de lo sexual.2​ El término puede tener una connotación positiva o negativa, según se considere mayor o menor cantidad de engaño incluido en la acción. Etimológicamenteseducir proviene del latín seductio ("acción de apartar"). La primera acepción del verbo «seducir» en el Diccionario de la lengua española es «Persuadir a alguien con argucias o halagos para algo, frecuentemente malo.».3



Historia de la seducción[editar]

Uno de los primeros autores y estudiosos del tema de la seducción fue Ovidio, quien publicó en el año 8 d. C. su Ars Amandi (Arte de amar), donde ofrecía consejos sobre cómo realizar conquistas amorosas.[cita requerida] Más tarde, obtuvieron gran popularidad obras como Diario de un seductor (1844) de Søren Kierkegaard.[cita requerida]

Seductores famosos

Entre los famosos seductores de la historia figuran CleopatraGiacomo Casanova y el ficticio don Juan.
Grandes personajes destacados en la política, el arte, la literatura, el cine y los negocios han sido también grandes seductores; entre ellos, el pintor Pablo Picasso, los escritores Lord ByronGeorge Bernard Shaw y Frank Harris, el actor Rodolfo Valentino; los monarcas Francisco I de FranciaCarlos II (Inglaterra) y Eduardo VII (Reino Unido).[cita requerida]
El siglo XX fue el siglo de los playboys, hombres cuyo estilo de vida resultaba sumamente atractivo para las mujeres y que constituían verdaderos iconos de la seducción, famosos por sus romances y matrimonios con las mujeres más bellas y ricas de su época. En la categoría de playboys suele mencionarse con frecuencia a Ali KhanPorfirio Rubirosa y Francisco Matarazzo Pignatari.[cita requerida]
En el terreno de la ficción, personajes como el vizconde de Valmont (de la novela epistolar francesa del siglo XVIII Les Liaisons dangereuses (Las amistades peligrosas o Relaciones peligrosas, en español) son célebres por su comportamiento seductor.

Estudio científico de la seducción

Tal vez el primero en presentar un trabajo sobre los mecanismos que desencadenan la seducción fue Ovidio, quien sostenía: «Todo amante es un soldado en guerra».[cita requerida]Además, entre otros consejos, el romano aseguraba: «Mucho amor germina en la casualidad; tened siempre dispuesto el anzuelo, y en el sitio que menos lo esperáis encontraréis pesca».[cita requerida]
Desde entonces, muchos fueron los que aportaron a esta disciplina que, con su desarrollo, puede considerarse el estudio científico de la seducción.
Autores como Fisher (1992), por ejemplo, han propuesto, a partir de estudios paleontológicos, etológicos y etnológicos, una teoría del desarrollo de las relaciones amorosas que permite comprender mejor el origen y la función de la conducta de seducción. Esta teoría subraya el impacto de las presiones evolutiva, biológica y social sobre el emparejamiento de los invididuos. En concreto, apunta que para asegurar y maximizar la probabilidad de transmitir la información genética de una generación a la siguiente es necesario que los individuos estén biológica y socialmente motivados, lo que se consigue a través de la puesta en marcha de dos elementos: los impulsos sexuales básicos y los vínculos afectivos primarios. En el caso del ser humano, se trata de factores primitivos sobre los cuales han actuado las constricciones sociales y culturales. En concreto, se ha puesto de manifiesto que en la especie humana y en otras especies evolutivamente cercanas aspectos tales como las manifestaciones sexuales y la duración y expresión del vínculo afectivo son regulados por normas socioculturales concretas (lo que ha dado lugar incluso a conductas que parecen específicas del ser humano, como es la represión de la sexualidad).
Debido a que estos impulsos sexuales y vínculos primarios son desencadenados por determinados estímulos, las conductas de cortejo o seducción intentan activarlos con la finalidad de atraer física y sexualmente a parejas potenciales (Burgos, 2010; citado por Buss, 2004). En los seres humanos, las pautas de seducción entre ambos tienen un fuerte impacto sobre el atractivo físico sentido hacia la otra persona. Estas pautas, según los etólogos, podrían ser comportamientos evolucionados a partir del ritual de elección de pareja o cortejo de atracción típico de los mamíferos.
Diversos aspectos parecen influir en la disposición a iniciar o no las pautas de seducción hacia alguien que nos atrae físicamente. Estos elementos son la existencia de:
  • incertidumbre sobre la reciprocidad de la atracción (ya que en caso de que sea obvia no habrá seducción, sino interacción íntima directa; en caso de que sea inexistente, se ahorrarán esfuerzos y decepciones);
  • sospechas positivas sobre dicha reciprocidad (ya sea por la percepción de determinados signos en dichas personas o por comentarios de otros);
  • confianza en las propias habilidades de seducción.
Las pautas de seducción que conducen al enamoramiento (Yela García, C. 2000) buscan en general: aumentar en la frecuencia de encuentros con esa persona, compartir situaciones de alta actividad fisiológica y potenciar el atractivo físico propio teniendo en cuenta los gustos del otro sexo. Para ello, los esfuerzos se centran en mostrar una adecuada comunicación no verbal, un lenguaje un tanto ambiguo y lúdico, características sociales deseables (simpatía, prestigio, relevancia social), características personales deseables por el otro, similitudes de actitudes, gustos, opiniones y que los deseos y necesidades de uno y otro son complementarios, y se llevan a cabo progresivas autorrevelaciones personales de forma paulatinamente creciente tanto en frecuencia como en profundidad (Yela García, 2000).
La seducción puede considerarse el arte de enloquecer a una persona, siendo que el amor romántico se considera una suave locura ((Ross, M., 2013). En este sentido, se propone estudiar las diferencias entre la envidia y la admiración, pues ambos sentimientos conllevan a una pasajera alteración en la forma de percibir al otro. El Amor Romántico vendría a ser una de las formas de la admiración, y la seducción la manera de desencadenarlo (Ross, 2013).[cita requerida]
Uno de los mecanismos más conocidos es el llamado "juego indirecto" (Mystery, 2007), donde el hombre no muestra su interés de forma evidente, espera a que ellas den el primer paso, una vez que el hombre haya generado atracción y valor.