AMIGOS REALES O VIRTUALES, SOLO SI CUMPLEN CON ESTOS CUATRO REQUISITOS: CONFIANZA, SINCERIDAD, FIDELIDAD Y RECIPROCIDAD.
Puede tratarse de un exnovio o de una ‘traga’ del pasado, de un antiguo compañero de trabajo o probablemente de uno de esos amigos de la infancia con el que se compartieron largas horas de juego hasta que se perdió el contacto hace más de 20 años.
Los primeros son fáciles de manejar. Generalmente quieren tener acceso a sus fotos y su biografía para saber qué ha hecho y cómo luce con el paso de los años, y una vez satisfecha su curiosidad se alejarán de nuevo.
Los amigos de la infancia que reaparecen representan un reto mayor por la carga emocional y los recuerdos de momentos bonitos con los que están asociados. Sin embargo, si no se han mantenido o cultivado, no es sencillo volver a recuperar la relación de amistad simplemente porque la vida los volvió a cruzar a través de una solicitud de Facebook.
Pero ¿qué tienen de especial esos primeros amigos de la vida que aunque ya no seamos cercanos tememos dejarlos atrás cuando vuelven a aparecer?
Para el psicólogo español Pablo Berrocal, catedrático de Psicología de la Universidad de Málaga, la razón está en que esas amistades de la niñez son tan “intensas y emocionales” que perderlas es “como borrar de la memoria una etapa positiva de la vida”.
Así lo expresa en un artículo escrito en el diario El País de España en el que aclara que más allá de esa sensación hay que dimensionar correctamente cada caso, pues un amigo del que no hemos tenido noticia durante dos décadas claramente es una persona con la que no nos interesa tener una relación cercana.
Los primeros son fáciles de manejar. Generalmente quieren tener acceso a sus fotos y su biografía para saber qué ha hecho y cómo luce con el paso de los años, y una vez satisfecha su curiosidad se alejarán de nuevo.
Los amigos de la infancia que reaparecen representan un reto mayor por la carga emocional y los recuerdos de momentos bonitos con los que están asociados. Sin embargo, si no se han mantenido o cultivado, no es sencillo volver a recuperar la relación de amistad simplemente porque la vida los volvió a cruzar a través de una solicitud de Facebook.
Pero ¿qué tienen de especial esos primeros amigos de la vida que aunque ya no seamos cercanos tememos dejarlos atrás cuando vuelven a aparecer?
Para el psicólogo español Pablo Berrocal, catedrático de Psicología de la Universidad de Málaga, la razón está en que esas amistades de la niñez son tan “intensas y emocionales” que perderlas es “como borrar de la memoria una etapa positiva de la vida”.
Así lo expresa en un artículo escrito en el diario El País de España en el que aclara que más allá de esa sensación hay que dimensionar correctamente cada caso, pues un amigo del que no hemos tenido noticia durante dos décadas claramente es una persona con la que no nos interesa tener una relación cercana.
No porque fuimos los mejores amigos a los 12 años tenemos que ser amigos ahora
María Carolina Sánchez, psicóloga y psicoterapeuta colombiana, considera que por lo general esos reencuentros entre amigos de otras épocas a través de redes sociales son muy emotivos y nostálgicos porque evocan recuerdos del pasado, pero que no necesariamente eso tiene que llevar a suponer que sigue habiendo una afinidad entre las personas.
“No porque fuimos los mejores amigos a los 12 años tenemos que ser amigos ahora”, dice la experta. “Lo que he visto en mis pacientes es que cuando se enfrentan a ese tipo de encuentros, se restablece un vínculo, pero no de una amistad nutrida en la cotidianidad (como era en el pasado) sino simplemente cada una de las personas sabe que la otra existe y cómo localizarla si es necesario”.
Por su parte, la psicóloga Isabel Cristina Bettín piensa que los amigos verdaderos se conservan en la memoria emocional y se recuperan con facilidad si hay compromiso. “Tal vez es más fácil considerar los verdaderos amigos cuando ha habido situaciones significativas e intereses comunes. La amistad es como las plantas, se alimenta con pequeños detalles como llamadas, palabras de afirmación, mensajes, compañía y cercanía física si se puede o cercanía espiritual”, explica.
En ese mismo sentido, el psicólogo Berrocal considera que en toda relación de amistad verdadera deben darse cuatro características fundamentales: confianza, sinceridad, fidelidad y reciprocidad, y que si alguna de ellas falla es señal de que esa persona o esa relación puede enmarcarse dentro de otro tipo de vínculo diferente al de los amigos.
Para Bettín la incondicional es otra característica imprescindible para la amistad. “Un amigo verdadero te da lo que tiene de su ser y no espera nada a cambio, sin embargo es frecuente que la reciprocidad se hace de manera natural y generosa”, dice. Mientras que para la psicóloga Sánchez la tolerancia a la diferencia también es fundamental.
Es en últimas la suma de todas estas características la que puede ayudar a una persona a entender si realmente está frente a un amigo, sin importar si es del pasado o del presente, o si cultiva su amistad a través de la vida real o de la virtual.
Cada época de la vida trae sus amigos“No porque fuimos los mejores amigos a los 12 años tenemos que ser amigos ahora”, dice la experta. “Lo que he visto en mis pacientes es que cuando se enfrentan a ese tipo de encuentros, se restablece un vínculo, pero no de una amistad nutrida en la cotidianidad (como era en el pasado) sino simplemente cada una de las personas sabe que la otra existe y cómo localizarla si es necesario”.
Por su parte, la psicóloga Isabel Cristina Bettín piensa que los amigos verdaderos se conservan en la memoria emocional y se recuperan con facilidad si hay compromiso. “Tal vez es más fácil considerar los verdaderos amigos cuando ha habido situaciones significativas e intereses comunes. La amistad es como las plantas, se alimenta con pequeños detalles como llamadas, palabras de afirmación, mensajes, compañía y cercanía física si se puede o cercanía espiritual”, explica.
En ese mismo sentido, el psicólogo Berrocal considera que en toda relación de amistad verdadera deben darse cuatro características fundamentales: confianza, sinceridad, fidelidad y reciprocidad, y que si alguna de ellas falla es señal de que esa persona o esa relación puede enmarcarse dentro de otro tipo de vínculo diferente al de los amigos.
Para Bettín la incondicional es otra característica imprescindible para la amistad. “Un amigo verdadero te da lo que tiene de su ser y no espera nada a cambio, sin embargo es frecuente que la reciprocidad se hace de manera natural y generosa”, dice. Mientras que para la psicóloga Sánchez la tolerancia a la diferencia también es fundamental.
Es en últimas la suma de todas estas características la que puede ayudar a una persona a entender si realmente está frente a un amigo, sin importar si es del pasado o del presente, o si cultiva su amistad a través de la vida real o de la virtual.
Lo cierto es que la vida a través de sus etapas y edades nos presenta diferentes relaciones de amistad que cada quien, con sus acciones y sus intereses, conserva o desecha. Por eso es igualmente común y normal ver personas que llegan a los 50 años conservando a sus amigos de la primaria, como hay otras que no cultivaron esas relaciones y simplemente adquieren nuevos amigos en cada etapa de la vida.
En la adultez joven las amistades se hacen con elecciones claras de intereses de carrera o trabajo y los amigos van a ser más afines, trascendentes
La psicóloga María Carolina Sánchez explica que “a los ocho años se empieza a ver en el desarrollo cognitivo de los niños la posibilidad de establecer vínculos diferentes a los de padres y hermanos, y comienza la identificación de intereses. Los compañeros dejan de ser solo compañeros de juego y comienzan a ser cómplices y aliados”, indica.
Sin embargo es entre los 12 y los 13 años cuando se establecen las relaciones de amistad más importantes y relevantes de los seres humanos y por eso no es casualidad que existan libros, películas y canciones inspiradas en los amigos de esa época.
“En la adolescencia se rompe con la dependencia e idealización de los padres, lo que hace que los amigos se vuelvan un eje transcendental en el desarrollo emocional. Ahí van a girar las identificaciones, los intereses, el afecto; eso que antes se depositaba en los padres y que en esa época se hará en los amigos”, señala Sánchez.
Ya hablando de los 15 a los 17 años, el networking de los amigos es lo más importante, así como la sensación de pertenencia, de saber quién se es respecto al mundo. Es la época en la que pertenecer a un grupo lo significa todo y que, en ocasiones, puede llevar a tomar malas decisiones.
“En la adultez joven las amistades se hacen con elecciones claras de intereses de carrera o trabajo y los amigos van a ser más afines, trascendentales y duraderos”, dice la psicóloga.
Vale la pena recordar que según un estudio internacional sobre el tema, la época de la vida en que se hacen más amigos es entre los 17 y los 23 años, pues después los amigos están más ligados a la vida familiar o a las transiciones de la vida, es decir el trabajo, el colegio de los hijos, las vacaciones o cualquier otro momento específico de la vida.
Sin embargo es entre los 12 y los 13 años cuando se establecen las relaciones de amistad más importantes y relevantes de los seres humanos y por eso no es casualidad que existan libros, películas y canciones inspiradas en los amigos de esa época.
“En la adolescencia se rompe con la dependencia e idealización de los padres, lo que hace que los amigos se vuelvan un eje transcendental en el desarrollo emocional. Ahí van a girar las identificaciones, los intereses, el afecto; eso que antes se depositaba en los padres y que en esa época se hará en los amigos”, señala Sánchez.
Ya hablando de los 15 a los 17 años, el networking de los amigos es lo más importante, así como la sensación de pertenencia, de saber quién se es respecto al mundo. Es la época en la que pertenecer a un grupo lo significa todo y que, en ocasiones, puede llevar a tomar malas decisiones.
“En la adultez joven las amistades se hacen con elecciones claras de intereses de carrera o trabajo y los amigos van a ser más afines, trascendentales y duraderos”, dice la psicóloga.
Vale la pena recordar que según un estudio internacional sobre el tema, la época de la vida en que se hacen más amigos es entre los 17 y los 23 años, pues después los amigos están más ligados a la vida familiar o a las transiciones de la vida, es decir el trabajo, el colegio de los hijos, las vacaciones o cualquier otro momento específico de la vida.
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