viernes, 8 de noviembre de 2019

VANGELIS CARROS DE FUEGO




Después de la muerte de Acab, su hijo Ocozías reinó por sólo dos años como rey de Israel. Ocozías se había herido gravemente al caerse por una ventana de su palacio y murió. Ocozías murió sin hijos, así que su hermano Jorán lo sucedió en el trono.
El trabajo del profeta Elías no había terminado, y el Señor estaba a punto de llevárselo al cielo. Elías y Eliseo salieron de Guilgal. Este no es el lugar junto del río Jordán donde el ejército de Israel acampó con Josué, sino que otro lugar con el mismo nombre en las montañas, no muy lejos de Betel. Y Elías le dijo a Eliseo: “Quédate aquí, pues el Señor me ha enviado a Betel”. Pero Eliseo sabía que Elías lo dejaría muy pronto y le dijo: “Tan cierto como el Señor vive, te juro que no te dejaré solo”.
Así que fueron juntos a Betel. Allí los miembros de la comunidad de profetas de Betel adoraban al Señor, se les llamaba, los hijos de los profetas, porque seguían las enseñanzas de los profetas, e incluso algunos de ellos eran profetas. Salieron a recibirlos, y le preguntaron a Eliseo: “¿Sabes que hoy el Señor va a quitarte a tu maestro, y a dejarte sin guía?” Eliseo les contestó: “Lo sé muy bien; ¡cállense!”
Y en Betel, Elías volvió a decirle a Eliseo: “Quédate aquí, Eliseo, pues el Señor me ha enviado a Jericó”. Pero Eliseo le contestó: “Tan cierto como que el Señor vive, te juro que no te dejaré solo”. Así que fueron juntos a Jericó. También allí los miembros de la comunidad de profetas de la ciudad se acercaron a Eliseo y le preguntaron: “¿Sabes que hoy el Señor va a quitarte a tu maestro, y a dejarte sin guía?” Y les contestó: “Lo sé muy bien; ¡cállense!”. Una vez más Elías le dijo: “Quédate aquí en Jericó, pues el Señor me ha enviado al Jordán”. Pero Eliseo una vez más insistió: “Tan cierto como que el Señor vive, te juro que no te dejaré solo”.
Así que los dos siguieron caminando y se detuvieron junto al río Jordán a una distancia como de ocho kilómetros. Cincuenta miembros de la comunidad de profetas fueron también hasta ese lugar, pero se mantuvieron a cierta distancia, frente a ellos.
Cuando llegaron a la orilla del río Jordán, Elías tomó su manto y, enrollándolo, golpeó el agua. El río se partió en dos, de  modo que ambos lo cruzaron en seco. Al cruzar, Elías le preguntó a Eliseo: “¿Qué quieres que haga por ti antes de que me separen de tu lado?” Eliseo respondió: “Te pido que sea yo el heredero de tu espíritu por partida doble”. Elías le respondió: “Has pedido algo difícil, pero si logras verme cuando me separen de tu lado, te será concedido; de los contrario, no”. Iban caminando y conversando  cuando, de pronto, los separó un carro de fuego con caballos de fuego, y Elías subió al cielo en medio de un torbellino. Eliseo viendo lo que pasaba, se puso a gritar: “¡Padre mío, padre mío, carro y fuerza conductora de Israel!”
Eliseo quiso decir que al perder a Elías, el reino había perdido más que ejércitos, carros y jinetes. Después de esto, no volvió a verlo, pero recogió el manto que se le había caído a Elías y, regresando a la orilla del Jordán, golpeó el agua con el manto y exclamó: “¿Dónde está el Señor, el Dios de Elías?” En cuanto golpeó el agua, el río se partió en dos, y Eliseo cruzó el Jordán. Los hijos de los profetas no habían visto a Elías ascender, sin embargo, vieron a Eliseo cruzando el río solo. Eso quizá los hizo pensar que Dios se había llevado a Elías, y dijeron: “¡El espíritu de Elías, se ha posado sobre Eliseo!” Entonces fueron a su encuentro y se postraron ante él, rostro en tierra como su jefe. Así que, se llevaron a Elías, pero Eliseo tomó su lugar como el profeta del Señor




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