domingo, 31 de mayo de 2020

SENTIDOS DEL GUSTO Y OLFATO





Los sentidos se han desarrollado en los seres vivos como los instrumentos que les sirven para poder tener una relación o una interacción con el resto del Universo que los rodea. El propósito fundamental de los órganos de los sentidos es recabar información acerca del medio circundante para poder sobrevivir. Por ejemplo, para evitar cualquier peligro.
Los sentidos del olfato y del gusto –que son aquellos sobre los cuales nos ha tocado investigar - han ayudado a los seres a catalogar los elementos que le pueden servir de alimento. Un objeto que está en putrefacción emite ciertas sustancias químicas que tenemos la capacidad de detectar y sabemos, sea por herencia genética o por aprendizaje, que nos pueden dañar, por lo cual nos abstenemos de comerlo.
Sin la existencia de los sentidos no podríamos desarrollar nuestra vida como hasta ahora. Apreciamos la necesidad de los órganos de los sentidos cuando, por desgracia, llega a faltar alguno. Intentamos entonces sustituirlo, pero como se sabe esta sustitución es, en general, incompleta.
Evolución
El desarrollo de los sentidos que ha experimentado el hombre ha sido controlado por el fenómeno evolutivo y ha estado íntimamente relacionado con las condiciones físicas y químicas del ambiente que nos ha rodeado en el transcurso de los tiempos. De hecho, la forma de funcionar de nuestros sentidos es una consecuencia de la adaptación al medio.
Los sentidos del gusto y del olfato también se han desarrollado para poder adaptarse a evitar peligros en la ingestión de alimentos que ya están descompuestos y que presentan un peligro al ingerirlos, así como alimentos venenosos que, en general, desprenden cierto número de sustancias químicas que al llegar a la nariz las detectamos; de esta forma se ha aprendido, en el transcurso de la evolución de la vida a rechazarlas. Existen también sustancias venenosas o podridas que no huelen. Sin embargo, al probarlas con la lengua se ha aprendido a saber que no nos convienen porque nos causan daño.
Hecha esta pequeña introducción, ahora analizaremos los sentidos que son motivo del presente trabajo.
2. Sentido Del Gusto
Esta facultad de los humanos, entre otros animales, actúa por contacto de sustancias solubles con la lengua. El ser humano es capaz de percibir un abanico amplio de sabores como respuesta a la combinación de varios estímulos, entre ellos textura, temperatura, olor y gusto. Considerado de forma aislada, el sentido del gusto sólo percibe cuatro sabores básicos: dulce, salado, ácido y amargo; cada uno de ellos es detectado por un tipo especial de papilas gustativas.
La lengua posee casi 10.000 papilas gustativas que están distribuidas de forma desigual en la cara superior de la lengua, donde forman manchas sensibles a clases determinadas de compuestos que inducen las sensaciones del gusto. Por lo general, las papilas sensibles a los sabores dulce y salado se concentran en la punta de la lengua, las sensibles al ácido ocupan los lados y las sensibles al amargo están en la parte posterior.
Los compuestos químicos de los alimentos se disuelven en la humedad de la boca y penetran en las papilas gustativas a través de los poros de la superficie de la lengua, donde entran en contacto con células sensoriales. Cuando un receptor es estimulado por una de las sustancias disueltas, envía impulsos nerviosos al cerebro. La frecuencia con que se repiten los impulsos indica la intensidad del sabor; es probable que el tipo de sabor quede registrado por el tipo de células que hayan respondido al estímulo.
Captación del gusto
El sabor puede ser: dulce, salado, amargo y ácido.
¿Dónde se encuentran los receptores de los distintos sabores?
Dulce: en la punta de la lengua.
Amargo: en las papilas calciformes.
Salado y ácido: en la punta y parte anterior de los bordes de la lengua. También hay receptores sensibles a los sabores ácidos en la mucosa de los labios, y sensibles a todos los sabores en el velo del paladar.
No hay captación gustativa en la región sublingual y en la cara inferior de la lengua.
La Lengua
La lengua es un órgano musculoso de la boca y es el asiento principal del gusto y parte importante en la fonación y en la masticación y deglución de los alimentos. La lengua está cubierta por una membrana mucosa, y se extiende desde el hueso hioides en la parte posterior de la boca hacia los labios. La cara superior, los lados y la parte anterior de la cara inferior son libres, solo el resto está unido a la cavidad bucal, lo que permite muchos y diversos movimientos.
Los principales músculos que la forman son: el lingual superior, que levanta la punta; el lingual superior, que baja la punta de la lengua, y el lingual transverso, que al contraerse la dobla en forma de canaleta. Toda su superficie está recubierta por una piel en la que se encuentran formaciones especiales llamadas papilas. Estos son los verdaderos órganos sensitivos. Según la función que desempeñen las papilas pueden ser: gustativas o táctiles. Dentro de las gustativas están las caliciformes y las fungiformes. Son papilas táctiles las filiformes, que se distribuyen por toda la superficie de la lengua.
La textura rugosa de la cara superior está dada por las papilas gustativas, captadoras del gusto. El color de la lengua suele ser rosado, lo que indica un buen estado de salud; cuando pierde color es síntoma de algún trastorno.
La lengua posee diferentes y muy importantes funciones. La principal, que ya nombramos anteriormente es la contención de los receptores gustativos, quienes nos permiten degustar los alimentos; en la masticación, la lengua empuja los alimentos contra los dientes; y en la deglución, lleva los alimentos hacia la faringe y más tarde hacia el esófago, cuando la presión que ejerce la lengua provoca el cierre de la tráquea. También contribuye, junto con los labios, los dientes y el paladar duro, a la articulación de palabras y sonidos.
El sentido del gusto está localizado en la lengua.
Este órgano esta situado dentro de la cavidad bucal, y es un órgano esencialmente musculoso, impar y simétrico.
Tiene la forma de un cono aplanado, base fija y vértice libre. Esta compuesta por:
  1. Dos caras, superior e inferior.
  2. Dos bordes laterales.
  3. Una base posterior.
  4. Un vértice anterior.
Cara superior
Está revestida por una mucosa gruesa de color rosado, la mucosa lingual. En ella se observan unas eminencias grandes; son las papilas calciformes.
Estas papilas se disponen a la manera de una V.
La V lingual divide la superficie de la cara superior de la lengua en dos zonas: una posterior y otra anterior.
La superficie de la lengua es irregular.
En las partes laterales se implantan los implantes anteriores del velo del paladar. Este, los pillares la lengua limitan el istmo de la fauces, orificio que comunica la boca con la faringe.
Cara inferior:
Presenta un surco medio. De él arranca un repliegue de la mucusa, el frenillo de la lengua.
La mucosa que reviste la lengua es delgada.
Bordes, base y vértice:
Los borden son redondeados y gruesos.
La base, fija, corresponde a la región del istmo de las fauces.
Con ella se relaciona los pilares anteriores del velo del paladar, las amígdalas y la epiglotis, que cierra el orificio glótico de la laringe.
El vértice o punta de la lengua es romo.
Estructura de la lengua
La lengua es un órgano esencialmente muscular.
En su constitución intervienen:
  1. Una formación osteofibrosa, que le sirve de esqueleto.
  2. La formación esquelética osteofibrosa esta formada por un hueso, el hioides, y por dos membranas, la membrana hioglosa y el septum medio.
    Los músculos son: Uno impar, el lingual superior, y 8 pares.
  3. 17 músculos que se implantan en el esqueleto.
  4. Una mucosa que recubre los músculos.
Recubre toda la lengua, se continúa con la mucosa de la pared sublingual de la boca, de la faringe, laringe, velo del paladar y amígdalas.
Esta formada por un ACPA profunda de tejido conectivo denominada "corion" y por un epitelio estratificado, con abundantes glándulas.
El epitelio reviste las papilas dispuesta en la cara superior de la lengua
Papilas:
Son relieves de formas diferentes, las misma pueden ser
  1. Calciformes (en forma de cáliz)
  2. Son las más grandes. En numero de 9 a 11 forman la V lingual.
    Se encuentran por delante y alguna por detrás de la V lingual. Están mezcladas con las pailas filiformes. Su mayor numero se localiza en los bordes y en la punta de la lengua.
  3. Fungiformes (con forma de sombrero de hongo)
  4. Filiformes (con forma de filamentos)
Están distribuidas por toda la cara superior de la lengua. Se disponen en hileras paralelas a los brazos de la V lingual.
Son filamentosas, cilíndricas, y como hilos (de ahí su nombre).
Corpúsculos del gusto
Los impulsos nerviosos gustativos se originan en los corpúsculos del gusto o bulbos del gusto.
Estos corpúsculos tienen el aspecto de pequeños botellones cuya boca se abre en la superficie del epitelio, de la boca y de la garganta.
Su mayor numero se encuentra en la cara superior de la lengua, en las papilas calciformes y fungiformes.
Cada corpúsculo esta formado por células de sostén que se disponen como los gajos de una naranja.
Estas células encierren y protegen a las células gustativas. Las células de sostén y gustativas son células epiteliales modificadas.
Deterioro Del Sentido Del Gusto
El deterioro del sentido gustativo varía desde su distorsión hasta su pérdida completa.
Puede manifestarse como disminución del sentido del gusto y el olfato; disgeusia; deterioro del gusto; pérdida del gusto; sabor metálico.
La lengua puede solamente "percibir el sabor" dulce, salado, agrio y amargo.
Los trastornos del gusto pueden ser causados por cualquier condición que interfiera con la transmisión de los estímulos de sabor hacia el cerebro o por condiciones que afecten la forma en que este órgano interpreta tales estímulos.
Existen dos clases de desordenes del gusto, y son:
  • La "Hipogeusia": que consiste en la pérdida de la habilidad de saborear o distinguir entre lo dulce, lo salado, lo agrio, etc.
  • La "Ageusia", que es la pérdida casi total de detectar sabores.
Causas comunes:
  • En algunos casos ésta condición se presenta desde el nacimiento, pero en la mayoría de los casos se desarrolla después de una lesión o enfermedad.
  • resfriado común
  • infección nasal debido a una infección (como las infecciones de las gladulas salivales), pólipos, etc.
  • gripe
  • faringitis viral
  • sequedad de la boca
  • envejecimiento (el número de papilas gustativas disminuye con la edad)
  • fumar en exceso (en especial el fumar con pipa) dado que genera la sequedad de la boca
  • deficiencia de vitaminas (vitamina B12) o de minerales (zinc en la dieta)
  • lesiones en la boca, la nariz o la cabeza
  • gingivitis
  • efectos colaterales de los medicamentos como las drogas antitiroideas, captopril, griseofulvina, litio, penicilamina, procarbazina, rifampicina, vinblastina o vincristina
  • parálisis de Bell
  • síndrome de Sjogren
  • faringitis estreptocócica (infección de la garganta por estreptococos)
Puede haber otras causas para el deterioro del sentido del gusto, además de las mencionadas. La posibilidad de incidencia de las mismas no está determinada por el orden en que éstas se presentan. Entre las causas de este síntoma se pueden citar enfermedades y medicamentos poco comunes. Además, las causas pueden variar según la edad y el sexo de la persona y las características específicas del síntoma, tales como localización exacta, calidad, duración, factores agravantes, factores atenuantes y enfermedades asociadas.
Las adicciones (cigarillo, alcohol y drogas ilegales) alteran el normal funcionamiento del sentido del gusto.
Tabaco
En primer lugar fumar hace daño a nuestra salud y a la de los demás. Además tiene innumerables consecuencias nocivas (aumenta la presión arterial, produce cáncer, enfisema, etc). Pero lo que muchos fumadores no se dan cuenta es que pierden el sentido del gusto (además de poder sufrir ulceras gástricas, cáncer de lengua, labios, garganta, etc) y que un tomate tiene el mismo gusto que la lechuga.
Obviamente como consecuencia del dejar de fumar mejorará nuestro sentido del gusto y el olfato, lo que nos permitirá disfrutar más de los placeres de la cocina y del aire libre.
Drogas
La drogadicción, como sabemos, es una enfermedad que consiste en la dependencia de sustancias que afectan el sistema nervioso central y las funciones cerebrales, produciendo alteraciones en el comportamiento, la percepción, el juicio y las emociones. Los efectos de las drogas son diversos, dependiendo del tipo de droga y la cantidad o frecuencia con la que se consume, pero además de las alucinaciones y graves deterioros en la salud física y psíquica de quien la consume, también puede intensificar o entorpecer los sentidos, provocar sensaciones de euforia o desesperación. Algunas drogas pueden incluso llevar a la locura o la muerte.
Es valido mencionar que la disgeusia (deterioro de la capacidad de apreciar los sabores), es un síntoma común de la quimioterapia y la radioterapia a la cabeza y el cuello. Los pacientes pueden sentir un sabor desagradable relacionado con la diseminación del fármaco a través del tejido oral. Este síntoma suele resolverse varios meses después del tratamiento. La radioterapia puede alterar los sabores dulces, ácidos, amargos y salados y, por lo general, el problema se resuelve 2 ó 3 meses después de la terapia. La disgeusia puede conducir a la pérdida del apetito y afectar así la calidad de vida y las necesidades nutricionales. Modificar la textura y consistencia del régimen alimentario y agregar bocadillos entre comidas puede ayudar a satisfacer las necesidades nutritivas. Puede ser necesario ofrecer orientación nutricional durante el tratamiento y después de él.
3. Sentido Del Olfato
Es el sentido que nos permite oler. Este fenómeno ocurre cuando ciertas sustancias se introducen en la nariz y tenemos la sensación de oler.
Antes de que podamos oler cualquier cosa, las sustancias que se desprenden de ésta deben llegar a nuestra nariz. En general, las moléculas olorosas experimentan dos procesos antes de llegar a nuestra nariz. El primero de ellos ocurre cuando las moléculas se desprenden de la sustancia en que se encuentran y el segundo al transportarse estas moléculas hasta nuestra nariz.
¿Cómo llegan las sustancias olorosas a nuestra nariz?
Cuando estamos en un extremo de una habitación y alguien abre un perfume en el otro extremo oleremos el perfume aun con los ojos cerrados y sin que se nos avise de su presencia. Los fenómenos que ocurren para que esto suceda son los siguientes: en general, a cierta altura sobre el nivel del mar, o sea para cierto valor de la presión atmosférica, las temperaturas ambientes son un poco más altas que la temperatura de evaporación del perfume. Por tanto, al dejar abierta la botella el perfume se evapora. Cuando la botella está cerrada, al evaporarse el perfume y no poder escapar el gas, la presión que experimenta el perfume aumenta por lo que su temperatura de evaporación también aumenta. Este aumento rebasa el valor de la temperatura ambiente y en consecuencia deja de ocurrir la evaporación.
Mientras más alta sea la temperatura de la localidad, mayor será la cantidad de perfume que se evapore. Asimismo, mientras menor sea la presión atmosférica, o sea mientras más alto estemos sobre el nivel del mar, mayor será la cantidad de perfume que se evapore.
Una vez que se empieza a evaporar el perfume, su concentración aumenta en la cercanía del lugar en que se encuentra la botella, generándose una diferencia de concentración. Así empieza a operar otro mecanismo, el de la difusión. El perfume se empieza a difundir a todo el volumen de la habitación hasta que algunas de sus moléculas llegan a nuestra nariz.
Si en la habitación hubiese viento, entonces además de la difusión, las moléculas del perfume serían arrastradas por el viento.
También podemos oler algunas sustancias que son sólidas. En estos casos lo que ocurre es que el valor de la presión atmosférica es menor que el valor del punto triple del sólido y por tanto, a una temperatura suficientemente alta el sólido se sublima, es decir, pasa directamente de sólido a gas, sin hacerlo por la fase líquida. De nuevo una vez que hay gas de la sustancia, empieza a operar el mecanismo de difusión.
Al entrar en una cocina olemos la comida que se está cocinando. En este caso, como es fácil convencerse, de las ollas sale gas o vapor con moléculas de la comida; que por medio de la difusión llegan a nuestra nariz.
¿Cómo percibimos los olores?
Cuando un objeto, emite un olor y nos llega a la nariz esto quiere decir que moléculas de dicho objeto se han desprendido de él y llegado, por difusión o arrastre, a nuestra nariz. Estas moléculas entran en la nariz debido a la aspiración que realizamos cuando respiramos. En este proceso, el aire que inhalamos arrastra a las moléculas que están en la vecindad de la nariz. La corriente de aire que entra da lugar a una corriente secundaria que pasa por el epitelio sensitivo. La cantidad de aire y por tanto la fracción de moléculas del objeto oloroso que se deposita en el epitelio es muy pequeña.
También llegan corrientes de aire desde la boca. La comida que tenemos en la boca también despide moléculas que son arrastradas hasta el epitelio sensitivo. Este hecho tiene como consecuencia que la sensación predominante al comer provenga no del gusto que se inicia en la lengua sino del olfato.
La sensación de oler se experimenta cuando las moléculas aromáticas llegan a la mucosa nasal, en donde se disuelven. Así, estas moléculas entran en contacto con los cilios.
Hasta hoy en día no se ha podido determinar con certeza el mecanismo por medio del cual se inicia el proceso a través de los receptores nerviosos que nos dan la sensación de oler. Mencionaremos algunas ideas que se han expuesto y que parecen tener algunos elementos que pueden ser verdaderos. }
En primer lugar, en general, somos muy sensibles a una cantidad extraordinariamente grande de olores distintos. A primera vista podríamos pensar que hay un nervio olfatorio sensible a cada olor posible. Sin embargo, hasta hoy en día no se han encontrado estas diferencias en los cilios nasales.
En muchos casos resulta que la presencia de un átomo particular en la molécula de la sustancia olorosa es la que le da su olor peculiar. Por ejemplo, está el caso del agua, cuya molécula tiene un átomo de oxígeno y dos de hidrógeno, H2O. Si se sustituye el átomo de oxígeno por uno de azufre se obtiene el sulfito de hidrógeno, H2S. Esta última sustancia despide el olor de huevos podridos. Vemos que la sustitución de un átomo de oxígeno por uno de azufre lleva a cambios notablemente desagradables en el olor de las sustancias.
Por otro lado, existen algunas evidencias de que no es nada más la composición química específica de las moléculas olorosas, sino también su forma la que hace que reaccionemos a su olor. En efecto, existen sustancias cuyas moléculas tienen composiciones químicas diferentes pero con formas muy parecidas, y sentimos que tienen olores muy parecidos.
Sin embargo, la explicación desde el punto de vista molecular de cómo olemos sigue sin respuesta definitiva.
La nariz humana
La nariz tiene varias funciones primordiales: por una parte constituye el órgano del sentido del olfato, pues el hombre es capaz de discriminar entre dos mil y cuatro mil olores. Además, forma parte de la vía respiratoria filtrando, calentando, humedeciendo el aire y expulsando materiales extraños recogidos por el aire.
Por nariz se entiende la pirámide nasal visible en la cara o nariz propiamente tal y su cavidad, la cavidad nasal, que se extiende desde los orificios nasales externos por delante hasta las coanas u orificios nasales posteriores que comunican la cavidad nasal con la nasofaringe. La cavidad nasal está dividida en dos mitades por el tabique nasal; a cada mitad se le conoce como fosa nasal; de su pared externa ósea se originan dos láminas óseas perpendiculares llamadas cornetes superior y medio, que dividen parcialmente a cada fosa en cavidades más pequeñas llamadas meatos: bajo el cornete superior está el meato superior; bajo el cornete medio está el meato medio; una tercera lámina ósea independiente, llamada cornete inferior, origina el meato inferior, cavidad cuyo techo es el cornete inferior, y cuyo piso es el piso de (a fosa nasal; en el meato inferior termina el conducto lacrimonasal, que comunica el ángulo interno del ojo con la nariz. Cada fosa nasal se une por medio de orificios en su pared ósea externa con los llamados senos paranasales, cavidades que se encuentran en el interior de los huesos maxilares, frontal, esfenoides y etmoides.
La cavidad nasal presenta tres zonas:
- el vestíbulo: es la parte más anterior e inferior de la nariz, y está tapizada por piel;
- la llamada "región respiratoria": que se continúa con el vestíbulo y se comunica con la nasofaringe, y está tapizada por una membrana mucosa de tipo respiratorio;
- la región olfatoria: ubicada en el cornete superior y tercio superior del tabique nasal, donde llegan filetes nerviosos que atraviesan los orificios de un hueso llamado etmoides, cuyo conjunto origina el nervio olfatorio, que alcanza el llamado bulbo olfatorio, que se continúa con las llamadas cintillas olfatorias, cuyas fibras llevan los estímulos al cerebro y cerebelo.
Sentido del olfato
El olfato se localiza en el epitelio nasal. El epitelio olfatorio está ubicado en el techo de la cavidad nasal, el epitelio contiene cerca de 20 millones de células olfatorias especializadas, con axones que se extienden hacia arriba, como fibras de los nervios olfatorios. Esas fibras penetran la delgadísima placa cribada del hueso etmoides, situado en el piso del cráneo, a través de los poros de aquél hueso. El extremo de cada célula olfatoria de la superficie epitelial ostenta varios vellos olfatorios que, al parecer, reaccionan a los olores (sustancias químicas) presentes en el aire.
A diferencia de los bulbos gustativos, que sólo son sensibles a unas cuantas categorías de sabores, el epitelio olfatorio reacciona según se cree a unas 50 sustancias. Las mezclas de esas sensaciones olfatorias primarias generan el amplio espectro de olores que el humano es capaz de percibir. Los órganos olfatorios reaccionan a cantidades notablemente pequeñas de sustancias. Por ejemplo la ionona, que es el sustituto artificial del aroma de las violetas, puede detectarse por casi todas las personas cuando su concentración en el aire es de apenas una parte por más de 30 000 millones de partes de aire.
A pesar de su sensibilidad, el olfato es quizás el sentido que se adapta con mayor rapidez. Los receptores olfatorios se adaptan en un 50% durante el primer segundo de estímulo, de modo que hasta los más desagradables olores presentes en el aire dejan de ser percibidos después de unos cuantos minutos. Parte de la adaptación ocurre, según se piensa, en el SNC.
Los senos paranasales
Son prolongaciones neumatizadas o llenas aire de la porción respiratoria de la cavidad nasal localizan en los siguientes huesos craneales: frontal, etmoides, esfenoides y maxilar. Los senos se denominan de acuerdo con los huesos, en los que encuentran, de la siguiente manera: Frontal, etmoidal, esfenoidal y maxilar.
Relación entre los senos paranasales y la órbita
El seno frontal es superior, el seno maxilar, inferior; el seno etmoidal, medial; y el seno esfenoidal posterior a la órbita. Estos senos están tapizados por una membrana mucosa que se continúa con la de las cavidades nasales. Sin embargo, la mucosa sinusal es más fina, menos vascularizada y no se adhiere tanto a las paredes óseas como la mucosa nasal. El moco segregado por las glándulas de la mucosa sinusal pasa a las cavidades nasales a través de los orificios (ocultos por los cornetes) de las paredes laterales.
Los senos paranasales se desarrollan como evaginaciones de las cavidades nasales, fundamentalmente después del nacimiento. Las aperturas originales de estas evaginaciones persisten como orificios en la cavidad nasal. Por consiguiente, todos los senos paranasales drenan directa o indirectamente a la cavidad nasal. Las secreciones de la mucosa sinusal acaban drenando por estos orificios hasta la cavidad nasal. La capa mucosa de los senos se continúa, además, con la mucosa de la nariz como consecuencia del origen sinusal como una evaginación de las cavidades nasales
Los senos paranasales varían considerablemente de tamaño y forma en las distintas personas y razas (por ejemplo los senos frontales suelen ser de pequeño tamaño en los orientales). La mayoría de los senos se encuentran en estado rudimentario o ausente en los recién nacidos. Al nacer, no se observa ningún seno frontal ni esfenoidal, pero habitualmente existen algunas celdas etmoidales y diminutos senos maxilares. Estos senos se expanden durante la infancia. Los senos frontal y esfenoidal se desarrollan durante la infancia y adolescencia. El desarrollo de los senos paranasales es esencial para que ocurra el cambio del tamaño y la configuración de la cara durante la infancia y para añadir resonancia a la voz durante la adolescencia.
Los senos frontales
Estas cámaras de aire se encuentran entre las tablas externa e interna del hueso frontal, detrás de los arcos superciliares y la raíz nasal. El tamaño de los arcos superciliares varía según el desarrollo; sin embargo, la prominencia de los arcos superciliares no se corresponde necesariamente con el tamaño de los senos frontales subyacentes. En general, los senos frontales se detectan en la radiografía a partir de los 7 años de edad.
Los senos frontales derecho e izquierdo raramente tienen el mismo tamaño y el tabique que los separa casi nunca se encuentran totalmente en el plano medio. En general, el seno frontal consta de dos porciones:
1.   Una porción vertical en la porción escamosa del hueso frontal y
2. Una porción horizontal en la porción orbitaria del hueso frontal. Una o ambas porciones pueden adoptar un tamaño grande o reducido.
Si la porción supraorbitaria aumenta, el techo forma el suelo de la fosa craneal anterior y el suelo, el techo de la órbita. Los senos frontales varían de tamaño desde aproximadamente 5 mm (tamaño de un guisante) hasta ocupar grandes espacios que se extienden lateralmente en las alas mayores del esfenoides.
En principio, puede haber varios senos frontales al mismo lado, cada uno de ellos con un conducto frontonasal independiente . En general, el seno frontal drena a cada lado por un conducto frontonasal. Los senos frontales están inervados por ramos de los nervios supraorbitarios (, que proceden de la división oftálmica del nervio trigémino).
Los senos etmoidales
Estos senos contienen varias cavidades de pequeño tamaño, denominadas celdas etmoidales, situadas dentro del laberinto etmoidal de la masa lateral del etmoides. Las celdas etmoidales forman el laberinto del hueso etmoides, que se encuentra entre la cavidad nasal y la órbita. El número de celdas varían entre 3 y 18 y su tamaño aumenta conforme se reduce su número.
Los tabiques extraordinariamente finos de hueso, cubiertos de mucosa, forman un número variable de compartimientos o celdas etmoidales, conectadas entre sí, que terminan drenando a la pared lateral de la cavidad nasal.
En general, los senos etmoidales no se visualizan en la radiografía simple antes de los dos años de edad. Si se produce una obstrucción al drenaje nasal, las celdas etmoidales pueden perforar la frágil pared medial de la órbita. Las infecciones graves de la órbita, que se originan por esta vía de diseminación, pueden provocar ceguera porque algunas celdas etmoidales posteriores se encuentran próximas al conducto óptico. La diseminación de la infección a partir de estas celdas puede también afectar a la vaina de duramadre del nervio óptico y causar una neuritis óptica.
Los senos esfenoidales
Estas áreas neumatizadas se localizan en el cuerpo del esfenoides y ocupan una cantidad variable del hueso, extendiéndose a veces por sus alas. Los dos senos están separados por un tabique óseo que normalmente no se encuentra en el plano medio. El cuerpo del esfenoides es una estructura hueca y frágil debido a la presencia de los senos esfenoidales. Estos senos se separan únicamente por finas láminas de hueso de otras estructuras muy importantes: los nervios ópticos y el quiasma óptico, la hipófisis del cerebro (glándula pituitaria), las arterias carótidas internas y los senos cavernosos e intercavernosos. El nervio etmoidal posterior y la arteria etmoidal posterior se distribuyen por los senos esfenoidales.
Aunque a veces se afirma que los senos esfenoidales se hallan presentes al nacer (de manera diminuta). este hecho no suele aceptarse porque, en general no se visualizan los senos esfenoidales en las radiografías de cráneo de los recién nacidos. La opinión actual es que los senos esfenoidales proceden de una celda etmoidal posterior que comienza a invadir el seno esfenoidal aproximadamente a los dos años de edad.
Los senos maxilares
Constituyen la pareja de senos paranasales más voluminosos. Se trata de cavidades piramidales que ocupan todo el cuerpo de los maxilares. El techo del seno maxilar está formado por el suelo de la órbita. Las raíces de los dientes maxilares, sobre todo de los dos primeros molares, suelen producir una elevación cónica en el suelo del seno maxilar.
El seno maxilar drena al meato medio de la cavidad nasal por una apertura en la porción superior de su base. Debido a la situación de esta apertura, resulta imposible que el líquido drene del seno maxilar, con la cabeza erecta, hasta que el seno se halla prácticamente repleto.
Los senos maxilares son muy pequeños al nacer y se desarrollan lentamente hasta la pubertad. El desarrollo no termina hasta que no erupcionan todos los dientes definitivos (hasta los 25 años de edad). El seno maxilar es uno de los senos que se infectan con más frecuencia, probablemente porque su apertura se encuentra por encima del suelo sinusal, una localización inadecuada para el drenaje fisiológico. Además, cuando la membrana mucosa de este seno se congestiona, se puede obstruir el orificio maxilar. Para que se produzca el drenaje gravitatorio óptimo del seno maxilar, conviene tumbarse sobre el lado contrario al seno infectado. La proximidad de los dientes molares superiores al suelo del suelo maxilar plantea problemas potencialmente graves. Al extraer un diente molar superior, se puede fracturar alguna de sus raíces. Sí no se utilizan métodos de recuperación adecuados, el fragmento fracturado de la raíz puede ser impulsado hacia arriba dentro del seno maxilar. En consecuencia, se establece una comunicación oral entre la cavidad oral y el seno maxilar, La infección también se puede diseminar al seno maxilar a partir de un absceso originado en un molar superior.
Como cada uno de los senos paranasales se comunica con la cavidad nasal a través de una apertura que se abre al meato de la cavidad nasal, las infecciones de las cavidades nasales pueden extenderse los senos, causando inflamación y tumefacción de la mucosa sinusal (sinusitis) con dolor local. A veces, s inflaman varios senos (pansinusitis) y el edema de la mucosa produce un bloqueo de uno o varios orificios sinusales de drenaje a la cavidad nasal. La inflamación de la mucosa sinusal suele acompañarse de una sensación de dolor en el diente, sobre todo en las personas con un hueso muy fino en la porción inferior de la pared sinusal.
Los pacientes con fracturas de los huesos frontal, etmoides, maxilar o nasal deben saber que no es aconsejable que se suenen la nariz por la posibilidad que el aire de las cavidades nasales o de los senos paranasales se introduzca en el tejido subcutáneo, cráneo u órbita.
Deterioro Del Sentido Del Olfato
Todos los sentidos son importantes para llevar una vida sana y plena, y el sentido del olfato es una llave para nuestra seguridad, nos avisa cuando hay algún tipo de fuga, algún derramamiento, algún incendio, cuando el alimento está en malas condiciones, etc. así como nos permite gozar de olores como el perfume de una flor, el olor de los alimentos y mucho más.
El padecer pérdida en el sentido del olfato puede además ser señal de otras serias condiciones de salud

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