PARA SER LIBRES
Vivimos inmersos en un mundo que nos invita a ser esclavos. Muchas veces podemos, pensar que ser libres consiste solamente en nacer en un país con soberanía o hacer lo que se nos da la gana sin que nadie se meta.
Nos hemos engañado creyendo las historias de cuentos de hadas donde la paz es una palomita blanca, con gente sonriendo en mundos idílicos, utópicos pero por lo tanto inalcanzables. Así pues, cuando pretendemos alcanzarlos y vemos que es poco probable, aparecen la frustración, el dolor, así como sensaciones de fracaso, enojo o miedo.
Lo cierto es que física y psicológicamente solo somos plenos cuando estamos en el vientre materno, es el único momento en que el ser humano no ocupa nada, todo lo recibe de la madre por medio del cordón umbilical. No siente frío o calor, no debe lidiar con presiones sociales y puede hacer lo que se le dé la gana.
Ya al nacer, nos permean la cultura, la familia, la sociedad y eso no es malo, forma parte de la vida y de crecer, pero lo malo es creer que para ser libre ocupamos de otro, nos atamos a deudas, al trabajo, a amistades tóxicas, a parejas nocivas, nos atamos a las redes sociales, al dinero, a las modas, en fin, la lista nunca acaba.
Y el problema se torna más grave porque las ataduras son sutiles, pero poco a poco quitan la paz, sustraen la posibilidad de ser genuinos, de vivir la vida como si fuera cada día el último. Eso nos hace temerle al futuro, porque nos quedamos pegados a lo imaginario que deseamos o a lo que nos distrae, que nos aleja de nuestra verdadera esencia.
¿Cuándo fue la última vez que salió con su familia, amigos o pareja sin usar el celular por más de 6 horas? ¿Cuándo fue la última vez que disfrutó de un buen café o un té en soledad y silencio? ¿Cuándo fue la última vez que, aún con la vida llena de problemas y en medio de la crisis, se detuvo 1 hora a estar con usted mismo reconociendo lo que siente, valorándolo y descubriendo lo mucho que está aprendiendo de ese momento.
¿Cuál fue la ultima vez que salió con sus hijos a algún lugar sin gastar mucho dinero, en contacto con la naturaleza? ¿Y la última vez que admiró la paz con que duerme su mascota, tan simple y despreocupadamente? ¿O cuándo se sentó a hacer un plan para mejorar sus finanzas en lugar de seguir pidiendo prestado? Eso es justamente lo que nos lleva a la paz.
Se trata de valorar lo que está bien y mal en nuestras vidas, evaluarlo sin juicios y luego trazar un plan o una estrategia para solucionar eso de lo que nos quejamos, es construir otra manera de estar en la vida más presentes, ser actores, y hacer lo que nos dé felicidad, pero asumiendo la cuota de dolor que eso implique, porque no hay nada perfecto, no va a encontrar a la pareja ideal, pero puede valorar si crece y aprende sobre el amor y sobre usted mismo.
Tal vez no va arreglar sus cuentas en 6 meses, pero se puede empezar por metas realizables, si no volvemos a la idealización que nos ata. La libertad se gana luchando cada día por sus sueños, sostener la libertad cuesta, pero es valioso y le aseguro que le llevará a vivir pleno, feliz y sobre todo en paz. En el camino puede que falle muchas veces, pero no pierda la fe ni las ganas; lo peor que puede pasarle a un ser humano es perder su libertad, pues implica convertirse en esclavos de algo o de alguien y perder el sentido de la vida.
(*)Para ser libre no se necesita sólo despojarse de las propias cadenas, sino vivir de una manera que respete y potencie la libertad de otros. Nelson Mandela.
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