miércoles, 6 de febrero de 2019

" A QUIEN AMAS, DALE ALAS PARA VOLAR, RAÍCES PARA VOLVER Y MOTIVOS PARA QUEDARSE"



   
   
Debemos amar de tal manera que la persona a la que amamos se sienta libre para desplegar sus alas. El amor no es un barco que necesita ser anclado. Al amor hay que dejarlo a la deriva pero sin soltar el timón. Por supuesto que no es fácil, nadie dijo que lo fuera, pero la recompensa merece el esfuerzo.
Tenemos que liberarnos de esa idea de esclavitud consentida que nos somete en las distancias cortas y en las largas. Puede que una relación se fundamente en un principio en el amor pero que, a su vez, colecciona motivos para marcharse.
Así, aunque no es fácil, la construcción de una relación enriquecedora y cálida depende de si cada uno, tiene un tiempo reservado para tejer sus alas, lavarlas, cuidarlas, mimarlas y echar a volar. O sea que no exista la coacción, solo la libertad,paraguas y corazones.
Cuando no queremos volar---A veces nuestras alas se vuelven perezosas y se acomodan a la costumbre de una vida en pareja. Nos amoldamos a la tranquilidad que nos ofrece la rutina y nos relajamos hasta el punto de que se convierte en monotonía, y la monotonía lleva al tedio, al aburrimiento y la desidia, lo que ocasiona que perdamos el habito y que se nos olvide como se alzaba el vuelo.
Sin embargo otras veces, nuestras alas están heridas y, por lo tanto, nos duele volar. Es probable que las hayamos dañado al encadenarlas o que en su revoloteo desesperado se hayan golpeado contra nuestra indiferencia, resultando vencidas por largos tiempos.
Podemos excusarnos en lo que queramos, pero no hay motivos que justifiquen el hecho de no permitirnos volar. En este sentido, una pareja debe ayudarse, incitarse a alzarse en su vida, escalar para conseguir otra pluma y, así poder sostener una mirada en alto sobre el mundo.
La raíz hace solido al árbol, ayudar a que nuestro árbol no significa tener que controlarlo todo o esperar a que lo que establezcamos prevalezca por siempre. Las relaciones libres y saludables son dinámicas y cambiantes, al igual que lo somos las personas.
Arraigar significa nutrir y dar alimento a nuestros sentimientos, insuflarles aire y dejarlos respirar. En este sentido es muy importante la confianza y el equilibrio que nos ofrece trabajar en nuestras alas y dejar que se comprendan con las raíces.
Es decir, que si queremos una relación solida y fuerte tenemos que dejar que nuestras alas vuelen en busca del sustento que nos mantenga fuertes y sanos. De lo contrario, nuestras raíces no tendrán de donde sacar los nutrientes que necesitan para vivir. lo que ocasionara que el amor perezca.
La raíz hace solido al árbol,
Para equilibrar nuestras relaciones tenemos que coleccionar motivos para quedarnos. Pero, ojo, coleccionar no es lo mismo que amontonar en un desván. Coleccionar motivos es mimar cada momento que contribuya a mantener vivo el amar, cada sonrisa y cada gesto.

La metáfora del árbol nos ayuda a comprender la importancia de cuidar los pequeños detalles y de no olvidarse de que aferrándonos perdemos perspectiva y alimento. O sea, que al igual que para crear el amor necesitamos abonar nuestra ilusión. para mantenerlo necesitamos poder sustentar nuestras decisiones y nuestra permanencia.
Dejemos que nuestro amor se explique por si solo y que nuestras semillas crezcan con libertad.
Permitamos que nuestras alas vuelen y ofrezcamos a los demás nuestra ayuda para hacerlo. No nos esclavicemos... el amor no es eso.

En definitiva, que las raíces que echemos sean de libertad y que nuestras alas estén vivas, que irradien ilusión y que respiren confianza, porque al fin y al cabo, esta es la única manera que tenemos de encontrarle sentido a lo que sentimos, compartir.



























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