EMERGENCIA Parte2
EMERGENCIA Parte2
Esta vez, era diferente, el silbido de la respiración no cedía.
Cabriel salio al pasillo para ver a Ana Maria (Ella se quedo en la sala de espera... no quería estar) Gabriel abrazo a su esposa desesperada,... la puerta se abrió enérgicamente para dar paso una una enfermera apresurada; segundos después volvió, quería estar cerca de Anita, no la quería sola en estos momentos.
Los médicos conferenciaron entre si, en un extremo del consultorio, las voces eran apagadas, los rostros serios, si Anita no comenzaba a reaccionar pronto al medicamento, el cuadro se agravaría... el la cara de Gabriel, se dibujaba una mirada de terror.
Los doctores volvieron, uno sostuvo con firmeza la mascara de oxigeno en su posición, el otro reviso los pulmones de Anita con el estetoscopio, el que sujetaba la mascara de oxigeno, ajusto la velocidad del goteo de la solución intravenosa, con los rostros pálidos y la mirada ansiosa, escucharon, observaron y esperaron.
"¡¡¡HAGAN ALGO!!!, quiso gritar Gabriel, pero sabia que no había nada mas que pudieran hacer; un tubo en su traquea, no cambiaría su suerte.
El rostro de Anita adquirió un color azulado. Los médicos comenzaron a hablar con ella también, pero mientras Gabriel suplicaba, ellos ordenaban.
" Creo que fue como morir cien veces", estar de pie a su lado, mirarla con impotencia, al tiempo que su respiración se hacia mas superficial.
Las lagrimas corrían a raudales por el rostro de Gabriel, cuando se le escucho gritar con desesperación:
!!! VAMOS ANITA...VAMOS !!!.
Después escucho que los médicos le apremiaban con vehemencia.
Gabriel rezaba en silencio, su mano cubría su boca, para ahogar un grito de congoja; cuando el sonido entrecortado de la respiración ceso de pronto y el aire comenzó a fluir con mas libertad; un segundo después, los médicos exclamaron con alivio:
-¡¡¡ ASÍ SE HACE CARIÑO!!!... ya estas mejor.
En ese momento se veía a Gabriel sonreír a través de sus lagrimas, exhalando un suspiro tras otro. Salio en dirección de la sala de espera, se abrazo con su mujer, sus ojos enrojecidos y edematizados no podían ocultar la persistente imagen de espanto y paranoia.
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