CAMBIOS CLIMÁTICOS
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A estas alturas, ya nadie duda de que el calentamiento del planeta se está acelerando debido a la acción humana, y los negacionistas del cambio climático se han quedado sin argumentos para sostener su postura.
Las consecuencias del cambio climático ya no son una predicción apocalíptica, sino que se están sintiendo en todo el planeta, y sabemos que, de no tomar medidas, se agravarán con el paso de los años. La cifra mágica es 1,5°C: es el aumento máximo de temperaturas con respecto a los niveles preindustriales que no se debería sobrepasar si queremos evitar las consecuencias más catastróficas de la crisis climática, según alerta el informe especial del IPCC publicado a finales del año 2018.
“La emisión continua de gases de efecto invernadero causará más calentamiento y cambios duraderos en todos los componentes del sistema climático, aumentando la probabilidad de impactos graves, generalizados e irreversibles para las personas y los ecosistemas”, alertan los expertos del IPCC.
Limitar las emisiones de gases con efecto invernadero es una tarea muy complicada en medio de esta sociedad tan compleja y globalizada en la que vivimos, pero la transición ecológica es necesaria: debemos cambiar la forma en la que nos movemos, consumimos, comemos y nos relacionamos.
La joven activista Greta Thunberg y su movimiento Fridays for Future que organiza huelgas climáticas por todo el mundo no dejan de dar toques de atención a los gobiernos, exigiendo lo que la ciudadanía debería haber empezado a exigir hace años: la toma de medidas y leyes efectivas que ayuden, por un lado, a reducir las emisiones de dióxido de carbono y, por otro, a mitigar las peores consecuencias del cambio climático.
“Muchas opciones de adaptación y mitigación pueden ayudar a abordar el cambio climático, pero ninguna opción por sí sola es suficiente”, explican los científicos del IPCC. “La implementación efectiva depende de las políticas y la cooperación en todas las escalas, y se puede mejorar a través de respuestas integradas que vinculan la adaptación y la mitigación con otros objetivos sociales”. Afortunadamente, tenemos medios para combatir este reto planetario: los avances tecnológicos ya nos están permitiendo el tránsito hacia formas de energía, movilidad y producción menos contaminantes, pero también es necesario reducir, y mucho, nuestro nivel de consumo y minimizar la huella ambiental de nuestras actividades.
En esta sección te ponemos al día sobre las últimas noticias relacionadas con la emergencia climática: estudios científicos, informes del IPCC y de otros grupos de expertos, terminología esencial para no perderte cuando leas información climática y, por supuesto, soluciones y medidas para luchar contra el cambio climático.
El efecto invernadero natural, que hace posible que la Tierra tenga temperaturas templadas, no se encuentra incluido en el debate actual sobre el cambio climático. Para que el efecto invernadero se produzca son necesarios los GEIs, pero en proporciones adecuadas. Lo que preocupa a los expertos en ciencias climáticas es que un incremento desproporcionado de estos gases produce un aumento de la temperatura debido al calor que queda atrapado en la baja atmósfera, fenómeno que se conoce como calentamiento global.
Los GEIs toman su nombre debido a que, por su comportamiento, no dejan salir al espacio la energía que emite la Tierra cuando se calienta con la radiación proveniente del Sol, que es el mismo efecto que producen los vidrios en un jardín invernadero. Los principales gases de efecto invernadero son: CO2 (dióxido de carbono), CH4 (metano), N2O (óxido nitroso), CO (monóxido de carbono), O3 (ozono), los CFC (clorofluorcarbonos), HFC (hidrofluorocarbonos), PFC (perfluorocarbonos) y el SF6 (hexafluoruro de azufre).
Todos los GEIs han aumentado su concentración en la atmósfera, tendencia que no sólo se ve en un aumento de la concentración, sino también en la aceleración del mencionado aumento de concentración de las emisiones. Aquellos GEIs que se encuentran en forma natural en la atmósfera (todos los que no contienen flúor en su composición), han incrementado su concentración desde los inicios de la revolución industrial debido a actividades como la quema de combustibles fósiles, cambios en el uso de la tierra (deforestación y expansión de la frontera agrícola) y la generación de desechos domiciliarios e industriales. El aumento de temperatura provocado por estos gases, genera cambios en los patrones del clima del planeta, también conocidos como cambio climático.
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