martes, 21 de enero de 2020

ALAS PARA VOLAR, RAÍCES PARA QUEDARSE




Los mejores regalos que les puedes dar a tus hijos son básicamente dos: raíces y alas. Lo material va y viene, y pierde relevancia con los años. El afecto y el cariño que te excede desde el día en que llegaron a tu vida, saldrá naturalmente. Deja que todo fluya, pero no te olvides jamás de esos dos impagables legados.
Sin lugar a dudas, se trata de la mejor herencia que le puedes dejar a las personas que más amas en el mundo. No habrá para ellos mayor tesoro. Los mejores regalos que pueden recibir son alas para volar lo más alto que puedan y raíces para que sepan quiénes son y tengan la capacidad de volver.
Puede que al principio nos sentamos tristes al respecto. La nostalgia se apoderará de nosotros y nos hará plantearnos si los hemos dejado volar demasiado pronto. Pero no tardaremos en descubrir que cuando estén preparados, volverán a nosotros, al igual que un día se prepararon también para irse.

Quiero darte alas para volar, y raíces para no olvidar
-Rolando Yñigo-

Después de todo, ver crecer a tus hijos felices no tiene precio. Conlleva no solo el más profundo y sentido deseo maternal, sino una máxima preocupación y mayor responsabilidad. Educar en valores, fomentando su inteligencia emocional, autoestima, independencia y seguridad será la misión más importante de tu vida.

Los mejores regalos para una criatura

Los mejores regalos para los más pequeños no se consiguen en jugueterías. Tampoco implican grandes gastos a nivel monetario. No ocupan lugar ni tienden a desordenar toda nuestra casa en un abrir y cerrar de ojos. Tienen que ver simplemente con algo que nuestros hijos llevarán en su corazón para siempre.
Quedarán tatuado en sus almas, obsequios tan útiles como eternos. Acompañarán a los niños a lo largo del maravilloso trayecto que es su vida. Y dejarán marcas imborrables en sus personalidades.
A tu hijo más pequeño entrégale raíces. Solo así sabrá quién es y de dónde proviene. Entonces, podrá crecer fuerte. Además, ese mismo niño podrá mantenerse firme en la tierra cuando sea necesario. No habrá temblor ni amenaza externa que lo mueva de su base. Será completamente indestructible y poderoso.
Asimismo, comienza desde pequeño a forjar sus alas. Lo más grandes y resistentes que puedas. De ese modo logrará llegar aún mucho más lejos que cualquiera. Volará tan alto como pueda. Probablemente él partirá incluso antes de que las termines, o poco después de que eso suceda. Por eso, conviene estar preparada porque en cualquier momento tu hijo las desplegará.

La importancia de sus raíces



Nino subido a un arbol

Un ser sin raíces no tiene vida ni futuro. Es frágil y fácil de derribar. Uno de los mejores regalos que puedes darle a tus hijos es, justamente, raíces. De ese modo estará capacitado para comprender su ayer y enfrentar los desafíos que suponen el hoy y el mañana.
Se trata nada más ni nada menos que de estar «bien plantado». Mantenerse firme entendiendo quiénes fuimos y de dónde venimos. Mirando con orgullo en qué nos convertimos y sobre todo, hasta dónde hemos llegado. Y primordialmente, confiando en el punto al que queremos arribar.
Al contar con esas raíces, tu hijo jamás se sentirá perdido ni desolado. Al contrario, experimentará una gran satisfacción que lo fortalecerá aún más. Y lo mejor de todo: como soporte, sus bastones, estaréis vosotros, los padres. A quienes no se cansarán de acudir para celebrar victorias y llorar derrotas.

El rol de sus alas



Nino de espaldas disfrazado de pajaro

Otro de los mejores regalos que puedes darle a tus hijos son las alas. Pero mucho cuidado, porque debes construírselas,  pero será él solo quien aprenda a volar. Alas de autonomía, independencia y libertad.
Tus hijos eligirán su propio camino, siguiendo la dirección que escojan para el resto de su vida. Apóyales para que sean felices con aquello que les apasiona y se animen a conseguir sus sueños, a luchar por lo imposible hasta cuando lo posible se agota.
Así pues, dale alas a tu hijo, a fin de que pueda volar lo más alto posible. Incluso más alto que tú. Que se supere día a día en todo sentido. Que crezca, con todo el peso de la palabra. Enseñale a alcanzar sus objetivos y metas más anheladas. Intenta que sea feliz y pleno, para poder verse en un futuro realizado. Y así, tu alma también sonreirá, orgullosa.

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