LA ADOLESCENCIA CONDICIONADA POR LAS REDES SOCIALES
Para muchos padres, el que sus hijos participen en las redes sociales es una preocupación permanente y que no siempre saben cómo abordar. Para ellos, la psicóloga del Centro de Adolescentes y Jóvenes de Clínica Las Condes, Alejandra Díaz, entrega algunas recomendaciones para que los menores puedan disfrutar las ventajas de WhatsApp, Facebook, Instagram y Twitter, de forma segura y responsable.
A juicio de la psicóloga, la edad mínima para acceder a este tipo de instancia debiera ser alrededor de los 14 años: “Si existe la necesidad de acceder a una red social antes de esta edad, debe ser necesariamente a través del consentimiento paterno”. Sin embargo, la edad media de inicio en la telefonía móvil, por ejemplo, es entre los 10 y los 12 años aproximadamente. En estos casos, agrega, “lo adecuado es no contratar servicios de internet para dispositivos móviles y así limitar el acceso a ella sólo a través de los computadores de la casa”.
Es importante estimular en niños y adolescente el valor que tiene la comunicación directa por encima de la comunicación mediada por objetos tecnológicos, y en lo posible postergar al máximo el acceso a redes sociales u otros. “Hasta los 10 años resulta necesaria una supervisión directa y muy concreta por parte de los cuidadores.
Sentarse con los hijos mientras ellos usan internet y no dejarlos nunca solos frente a la pantalla. Entre los 11 años y los 14 años los púberes y adolescentes tempranos tienen más experiencia en Internet, pero no se deben dejar sin supervisión y control cuando se conectan, para evitar que estén expuestos y vulnerables frente a material inadecuado.
A partir de los 15 años, los adolescentes medios y tardíos deben tener un acceso con menores restricciones. Pero los padres tienen que estar disponibles para ayudar a sus hijos a comprender mensajes inapropiados, a no exponerse y a tomar buenas decisiones”, señala la psicóloga del Centro de Adolescentes y Jóvenes.
En el caso de los adolescentes, explica, “los jóvenes y adolescentes necesitan sentirse partícipes de algo, de tener su propio sitio personal y de construir una red de amigos. Se buscan sentimientos de pertenencia y afiliación, información, identidad y valores, los que determinan la forma de relacionarse en las redes”. Sin embargo, los adolescentes no tienen su cerebro completamente desarrollado, lo que los vuelve más vulnerables y predispone a conductas de riesgo. Por lo mismo, es indispensable que un adulto esté constantemente supervisando la actividad que tienen en la red.
Beneficios y riesgos
El uso de redes sociales sí tiene beneficios para los menores. “Se ha mostrado que Internet estimula un mayor número de regiones cerebrales, aumenta la memoria de trabajo, produce una mayor capacidad de aprendizaje perceptual y permite hacer frente a varios estímulos de manera simultánea.
Los nativos digitales tienen mejor habilidad para tomar decisiones rápidas. También genera beneficios en discapacitados auditivos”, señala la psicóloga Alejandra Díaz.
“Es necesario al comunicarse en forma virtual que los adolescentes logren releer lo que quieren transmitir y sean cuidadosos en los momentos de alta intensidad emocional, lo cual va ligado a su capacidad de reflexión, de control de impulsos y de postergación de la satisfacción inmediata de una necesidad. Es por esto que resulta fundamental la guía y la educación que puedan realizar los adultos significativos, tanto en la generación de filtros informáticos como en el desarrollo de la capacidad de autocontrol y autodirección en la red”, añade.
Pero esta participación, dice, también puede tener riesgos: “El feedback virtual puede ser perjudicial para algunos adolescentes, ya que se pueden expresar desde el anonimato, con un distanciamiento afectivo importante, con bajo nivel de empatía, una utilización del “pensamiento hablado” y con una gran dificultad para evaluar lo que sus mensajes están generando en el otro. Todo ello tiene consecuencias negativas en la construcción de la identidad de los jóvenes, especialmente cuando la difusión de contenidos negativos o descalificadores se propaga muy rápido y alcanza niveles insospechados”.
A veces ocurre que algunos adolescentes tienen dificultades para diferenciar el contenido público del privado: “No logran acceder a una conciencia que les permita evitar exponerse o verse expuestos a situaciones que, en lo inmediato, les pueden generar altos niveles de estrés y daños importantes en la visión de sí mismos, con serios riesgos para su salud mental”.
El abuso de redes sociales ha mostrado una asociación con depresión, Síndrome de Déficit Atencional con Hiperactividad, insomnio, disminución de horas total de sueño, disminución del rendimiento académico, repitencia y abandono escolar. También ha sido asociado con un amplio rango de problemas psicosociales.
Supervisión de un adulto
Los siguientes son ejemplos de intervenciones que los padres pueden realizar como protección con sus hijos adolescentes:
A juicio de la psicóloga, la edad mínima para acceder a este tipo de instancia debiera ser alrededor de los 14 años: “Si existe la necesidad de acceder a una red social antes de esta edad, debe ser necesariamente a través del consentimiento paterno”. Sin embargo, la edad media de inicio en la telefonía móvil, por ejemplo, es entre los 10 y los 12 años aproximadamente. En estos casos, agrega, “lo adecuado es no contratar servicios de internet para dispositivos móviles y así limitar el acceso a ella sólo a través de los computadores de la casa”.
Es importante estimular en niños y adolescente el valor que tiene la comunicación directa por encima de la comunicación mediada por objetos tecnológicos, y en lo posible postergar al máximo el acceso a redes sociales u otros. “Hasta los 10 años resulta necesaria una supervisión directa y muy concreta por parte de los cuidadores.
Sentarse con los hijos mientras ellos usan internet y no dejarlos nunca solos frente a la pantalla. Entre los 11 años y los 14 años los púberes y adolescentes tempranos tienen más experiencia en Internet, pero no se deben dejar sin supervisión y control cuando se conectan, para evitar que estén expuestos y vulnerables frente a material inadecuado.
A partir de los 15 años, los adolescentes medios y tardíos deben tener un acceso con menores restricciones. Pero los padres tienen que estar disponibles para ayudar a sus hijos a comprender mensajes inapropiados, a no exponerse y a tomar buenas decisiones”, señala la psicóloga del Centro de Adolescentes y Jóvenes.
En el caso de los adolescentes, explica, “los jóvenes y adolescentes necesitan sentirse partícipes de algo, de tener su propio sitio personal y de construir una red de amigos. Se buscan sentimientos de pertenencia y afiliación, información, identidad y valores, los que determinan la forma de relacionarse en las redes”. Sin embargo, los adolescentes no tienen su cerebro completamente desarrollado, lo que los vuelve más vulnerables y predispone a conductas de riesgo. Por lo mismo, es indispensable que un adulto esté constantemente supervisando la actividad que tienen en la red.
Beneficios y riesgos
El uso de redes sociales sí tiene beneficios para los menores. “Se ha mostrado que Internet estimula un mayor número de regiones cerebrales, aumenta la memoria de trabajo, produce una mayor capacidad de aprendizaje perceptual y permite hacer frente a varios estímulos de manera simultánea.
Los nativos digitales tienen mejor habilidad para tomar decisiones rápidas. También genera beneficios en discapacitados auditivos”, señala la psicóloga Alejandra Díaz.
“Es necesario al comunicarse en forma virtual que los adolescentes logren releer lo que quieren transmitir y sean cuidadosos en los momentos de alta intensidad emocional, lo cual va ligado a su capacidad de reflexión, de control de impulsos y de postergación de la satisfacción inmediata de una necesidad. Es por esto que resulta fundamental la guía y la educación que puedan realizar los adultos significativos, tanto en la generación de filtros informáticos como en el desarrollo de la capacidad de autocontrol y autodirección en la red”, añade.
Pero esta participación, dice, también puede tener riesgos: “El feedback virtual puede ser perjudicial para algunos adolescentes, ya que se pueden expresar desde el anonimato, con un distanciamiento afectivo importante, con bajo nivel de empatía, una utilización del “pensamiento hablado” y con una gran dificultad para evaluar lo que sus mensajes están generando en el otro. Todo ello tiene consecuencias negativas en la construcción de la identidad de los jóvenes, especialmente cuando la difusión de contenidos negativos o descalificadores se propaga muy rápido y alcanza niveles insospechados”.
A veces ocurre que algunos adolescentes tienen dificultades para diferenciar el contenido público del privado: “No logran acceder a una conciencia que les permita evitar exponerse o verse expuestos a situaciones que, en lo inmediato, les pueden generar altos niveles de estrés y daños importantes en la visión de sí mismos, con serios riesgos para su salud mental”.
El abuso de redes sociales ha mostrado una asociación con depresión, Síndrome de Déficit Atencional con Hiperactividad, insomnio, disminución de horas total de sueño, disminución del rendimiento académico, repitencia y abandono escolar. También ha sido asociado con un amplio rango de problemas psicosociales.
Supervisión de un adulto
Los siguientes son ejemplos de intervenciones que los padres pueden realizar como protección con sus hijos adolescentes:
- Reducir tiempo de uso de redes sociales y de objetos tecnológicos a una o dos horas por día.
- Definir en familia espacios libres de aparatos electrónicos.
- Educar en mecanismos de autorregulación, ayudando a equilibrar las actividades online con las actividades offline.
- Hablar con el/la adolescente sobre el uso de Internet, mostrándole que se confía en sus criterios y en su “no ingenuidad” (al hablar con ellos evitar actitud desconfiada y controladora para llegar a un acuerdo de uso seguro).
- Trabajar en la comprensión de las consecuencias de lo que se hace y/o se dice en la web.
- Instruirse en el uso de Internet y redes sociales. Conocer la jerga que se utiliza en ellas.
- Recibir y pagar las cuentas de los celulares de los hijos (para tener la información de uso).
- Crear una lista de reglas (sitios a los que puede acceder, tiempos de uso, horarios, contenidos).
- Ubicar los computadores en lugares comunes (salas de estar) e instalar herramientas de filtros de contenido.
- Controlar el historial de las páginas visitadas en el computador (si se ha vaciado el fichero, probablemente es por alguna razón). Los adolescentes deben saber que el historial del computador será verificado frecuentemente.
- Durante la noche, desconectar Wi Fi y dejar los celulares fuera de la pieza.
- Si un adolescente tiene acceso a una página que no es aceptable, los padres no deben reaccionar en forma exagerada.
- Educar respecto de los riesgos asociados al uso de las redes sociales.
- Ser consistentes con las consecuencias de un mal uso de las redes sociales. Para transgresión de normas deben existir sanciones consistentes y aplicables.
- Estar alertas a cualquier variación significativa en el comportamiento físico, cognitivo, emocional y social del adolescente
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