martes, 30 de octubre de 2018

LOS ESPEJOS





LOS ESPEJOS - JOSE LUIS BORGES

Yo que sentí el horror de los espejos

no solo ante el cristal impenetrable
donde acaba y empieza, inhabitable,
un imposible espacio de reflejos

sino ante el agua espectacular que imita

el otro azul en su profundo cielo
que a veces raya el ilusorio vuelo
del ave inversa o que un temblor agita.

Y ante la superficie silenciosa

del ébano sutil cuya tersura
repite como un sueño de blancura
de un vago mármol, o una vaga rosa,

Hoy, al cabo de tantos y perplejos

años de errar bajo la varia luna,
me pregunto que azar de la fortuna
hizo que yo temiera los espejos.

Espejos   de metal, enmascarado

espejo de caoba que en la bruma
de su rojo crepúsculo, disfuma
ese rostro que mira y es mirado,

infinitos los veo,, elementales

ejecutores de un antiguo pacto,
multiplicar el mundo como el acto
generativo, insomnes y fatales

Prolonga ese mundo incierto

en su vertiginosa telaraña;
a veces en la tarde los empaña
el hálito de un hombre que no ha muerto.

Nos acecha el cristal, si entre las cuatro

paredes de la alcoba hay un espejo,
ya no estoy solo. Hay otro. Hay el reflejo
que arma en el alba un sigiloso teatro.


Todo acontece y nada se recuerda

en esos gabinetes cristalinos
donde, como fantásticos rabinos,
leemos los libros de derecha a izquierda.

Claudio, rey una tarde, rey soñado.

no sintió que era un sueño hasta aquel día
en que un actor mimo su felonía
con arte silencioso, en un tablado.

Que haya sueños es raro, que haya espejos,

 que el usual, y gastado repertorio
de cada dia incluya al ilusorio
orbe profundo que urden los reflejos.

Dios (he dado en pensar) pone un empeño

en toda esa inasible arquitectura
que edifica la luz con la tersura
del cristal y la sombra con el sueño.

Dios ha creado las noches que se arman

de sueños y las formas del espejo
para que el hombre sienta que es reflejo
y vanidad,. Por eso no alarman.























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