¡¡¡LOS RATONES DE STALINGRADO!!! (*)
- Realmente, este relato totalmente desconocido por mi, demuestra como el intercambio de datos, nos puede llevar al detalle narrado, y estoy seguro que la mayoría desconoce, hasta ahora la "naturaleza inanimada" como lo es el invierno y la nieve, eran aliados protagonistas de Rusia, bien conocidos desde 1812 en que Napoleón intenta invadir Moscu, pero no puede contra esta "natura inanimada" (te comento por si te interesa la música clásica -1812 es el nombre que lleva una obertura de música narrativa de Tchaikovski y transporta a través de ella,a la invasión de Napoleón a Rusia), lo que no imaginaba que 130 años después los poderosos Panzer, caerían presos otra vez por la naturaleza, pero esta vez con un nuevo agregado "la naturaleza animada" los ratones....genial!!!ResponderSuprimir
si estas de acuerdo, y como me gusta ,cuando me encuentro con un comentario de interés para los seguidores del blog, (ya lo hice antes), puedo copiar tu articulo que es muy interesante, y colocarlo en uno de los próximos, blog ,para que puedan asombrarse con este dato tan puntual....espero tu OK para darle curso...saludos amigo
Dicen que no hay enemigo pequeño, cierto. Durante la Segunda Guerra Mundial existieron unos ratones que jugaron un papel destacado en el campo de batalla y, quién sabe, quizás fueron determinantes para el desenlace del choque más decisivo de la contienda.
Esos ratones actuaron en las estepas que rodean la ciudad de Stalingrado. Allí, en noviembre de 1942, las tropas germanas, con el general Paulus a la cabeza, porfiaban enconadamente por conquistar la ciudad situada a orillas del Volga. En aquel lugar, a las puerts de Asia, se estaba jugando la partida decisiva del enfrentamiento entre Hitler y Stalin.
Mientras los hombres de Paulus se desangraban entre los escombros, frenados por la tenaz resistencia rusa en una despiadada lucha casa por casa, las fuerzas soviéticas porcedentes del norte y del sur trataban de cortar las líneas que comunicaban al VI Ejército con la retaguardia. Pero en esa audaz maniobra en tenaza, las tropas rusas contarían con unos aliados inesperados.
Para proteger los flancos, el Alto Mando alemán ordenó al temible 48 Cuerpo Panzer que se desplazara unos 75 kilómetros hacia el noroeste. Su misión era taponar la brecha que amenazaba con aislar al VI Ejército, expulsando a los soviéticos de dos cabezas de puente que habían logrado establecer en la orilla oriental del río Don.
Dirigidos por el teniente general Ferdinand Heim, los tanques germanos iniciaron la marcha pero, tan sólo unos pocos kilómetros más adelante, los motores de varios carros comenzaron a arder. Sin esperar a conocer las causas de tan extraño fenómeno, el resto siguió su camino, pero al poco tiempo los motores dejaron de funcionar, por lo que la columna quedó detenida.
Los sorprendidos mecánicos comprobaron que, en todos los motores, las cubiertas aislantes del sistema eléctrico habían desaparecido casi en su totalidad. La primera reacción fue culpar de la avería generalizada a algún acto de sabotaje, pero bien pronto se descubrió la respuesta; los culpables eran los ratones campestres que se habían alojado en los motores y que aún correteaban entre sus piezas.
En efecto; durante las semanas de inactividad, esos roedores se habían acomodado en el interior de los panzer, mostrando un inusitado gusto por esas cubiertas aislantes, que habían estado devorando vorazmente durante ese tiempo. Ahora, los tanques de Heim se encontraban temporalmente paralizados por culpa de esos ratones.
Muchos días después de lo previsto, el 48 Cuerpo Panzer pudo llegar a sus nuevos cuarteles, pero la unidad mostraba las consecuencias de la batalla. Tan sólo 42 de los 104 carros con que Heim contaba al principio estaban listos para enfrentarse a los rusos.
Al llegar el momento de entablar combate contra las fuerzas que avanzaban desde las cabezas de puente, en la aldea de Peshani, los panzer comenzaron a sufrir nuevas averías, que las reparaciones de urgencia no habían logrado prevenir. Al final, los T-34 soviéticos sólo tuvieron que vérselas con una veintena de tanques alemanes, que nada pudieron hacer para detener el avance arrollador de los carros rusos.
Al llegar el intenso frío del invierno ruso, los alemanes cercados en Stalingrado encendían hogueras debajo de los motores para poder poner en marcha sus tanques. Lo que no sospechaban era que los pequeños ratones que se alojaban en la paja, al sentir el calor del fuego, trataban de huir, saltando así al motor. Allí se dedicaban a su pasatiempo favorito, devorar los aislantes, lo que provocaba la inutilización del carro blindado.
Se calcula que, en total, unos 200 tanques alemanes pudieron ser víctimas de la voracidad de estos roedores.
http://es-la-guerra.blogspot.com.es/2006/09/los-ratones-que-vencieron-en.html